17 muertos y 60 heridos por la explosión de una bomba en un mercado de Argel
Al menos 17 personas murieron y más de 60 resultaron heridas ayer al estallar una bomba en un concurrido mercado callejero del barrio de Bab el Ued, en Argel, según informaron los servicios de seguridad. Fuentes sanitarias elevaban a más de 20 la cifra de víctimas mortales y alertaban sobre la extrema gravedad de muchos heridos. "Es una auténtica catástrofe", aseguró un policía de Bab el Ued, antiguo feudo del islamismo en la capital argelina.
Sirenas. Escenas de histeria en los hospitales. Estruendo y humo en el oeste de la capital. El terror volvió a sembrar ayer el pánico en Argel, que desde el pasado 9 de julio -cuando otra bomba estalló en el barrio periférico de Ued Kinss con un resultado de 17 muertos- seguía viviendo en la rutina veraniega del goteo diario de asesinatos y atentados, casi siempre en zonas rurales del país. Tras más de seis años de violencia, la vida cotidiana prosigue en Argelia, a pesar de los sobresaltos del horror.Los equipos de rescate que llegaron al mercado poco después de la explosión, que se produjo a las 10.25 (las 11.25, hora peninsular española), se encontraron con un escenario sembrado de cuerpos mutilados. Los tenderetes de los vendedores ambulantes clandestinos, que se sitúan en las callejuelas aledañas al mercado cubierto de Trois Horloges, fueron los más afectados por la deflagración.
"Un vendedor descubrió la bomba [un artefacto de fabricación casera] oculta en una bolsa y trató de apartarla con el pie; entonces estalló", explicó un comerciante de la zona.
El artefacto, que había sido colocado en el bordillo de la acera, en un lugar donde había estado aparcada hasta pocos minutos antes una furgoneta de la gendarmería argelina, estalló en un momento en que el mercadillo se hallaba abarrotado. "Hubo una enorme explosión y después un espeso humo negro. Varios cuerpos, en parte mutilados, yacían por todas partes y se han encontrado restos de carne humana pegados en los escaparates de los inmuebles vecinos", relató un habitante de Bab el Ued.
Casi todas las tiendas y casas situadas en las proximidades del lugar del atentado sufrieron daños materiales, en especial por rotura de cristales. "Un atentado de este tipo era previsible desde hacía mucho tiempo. Las callejuelas [del mercado] están repletas de gente y los vendedores que se instalan allí vienen de todas partes en gran número. Un control sistemático y eficaz es casi imposible en esas condiciones", indicó el empleado de una tienda de reparación de televisores cuyo propietario murió en el atentado. Los servicios de seguridad controlan estrictamente el acceso al mercado cubierto, pero no los puestos callejeros ilegales.
El asfalto estaba recubierto de enormes charcos de sangre que los empleados municipales y miembros de Protección Civil intentaban limpiar a duras penas. La mayoría de las víctimas fueron evacuadas al hospital del barrio, situado a unos quinientos metros del mercado y donde todos los servicios fueron puestos en estado de alerta. A la entrada del centro sanitario se aglomeraban decenas de personas en busca de información sobre parientes o amigos.
Desmayos en el hospital
Una lista de heridos, en la que figuraban numerosas mujeres y niños, fue colocada en las puertas del hospital. En el servicio de urgencias, una joven sufrió un ataque de nervios tras haber sido informada de que su madre, herida de gravedad, había muerto en la mesa de operaciones. Una escena similar se produjo en las inmediaciones del depósito de cadáveres, donde un hombre se desmayó tras comprobar que entre los fallecidos figuraba su hijo.Ante la magnitud de los daños causados por el atentado, que desbordaron la capacidad del hospital de Bab el Ued, varios heridos tuvieron que ser ingresados en otras clínicas de la capital.
Argel ya había comenzado a sentir los efectos del terror la semana pasada, cuando cinco adolescentes del barrio acomodado de El Biar fueron degollados y mutilados por un supuesto comando del Grupo Islámico Armado (GIA). Los jóvenes, que estaban explorando una cueva de un bosque de los alrededores de la capital, se encontraron de repente con los integristas armados, que suelen refugiarse en las galerías subterráneas excavadas en Argel durante la guerra de independencia contra el Ejército colonial francés, en las cloacas o en barrios populares como Bab el Ued.
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