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Posición y estilo en el presidenteAznar

Dicen que durante el almuerzo que el presidente del Gobierno, José María Aznar, ofreció a los periodistas habituales en su residencia oficial de Moncloa, en las vísperas de salir de vacaciones hacia Oropesa, no se habló de otra cosa más que de la nueva definición centrista a desplegar en la rentrée. Aznar se sintió en confianza para asegurar tajante durante la sobremesa su plena disposición a eliminar todos los obstáculos que impidieran o tergiversaran la imagen de centro que, desde ahora, quiere convertir en divisa distintiva de esta segunda etapa de la actual legislatura. Uno de los colegas invitados, atónito por la amplitud del compromiso y excitado por sus consecuencias, se atrevió a inquirir del anfitrión que le confirmara si en verdad se refería a todos los obstáculos.Según la información disponible, la anterior cuestión fue planteada en unos términos bajo los cuales los presentes entendieron unánimes que se estaba preguntando si entre las eliminaciones anunciadas por Aznar para que resplandeciera mejor el centrismo figuraría la del propio vicepresidente, Francisco Álvarez Cascos. La respuesta lacónica del presidente fue que sí. De ahí, piensan algunos, que Álvarez Cascos, una vez enterado, haya intentado en la segunda quincena de agosto un repliegue inteligente y escalonado. Lo ha hecho reiterando su antigua disposición al abandono de la secretaría general del PP cuando llegue el próximo Congreso y defendiendo al mismo tiempo su continuidad como número dos del Gobierno, de donde sólo saldrá si Aznar toma la agresiva iniciativa de destituirle. Así quienes en sus primeras evaluaciones estimaron que la salida de Miguel Ángel Rodríguez de la Secretaría de Estado para la Comunicación reforzaría a Cascos, descubren ahora, sorprendidos, que éste, con la pérdida de un antagonista, podría haber quedado también en precario.

Estas proclamaciones políticas hacia el centro unidas a los pronósticos de descartes ministeriales han provocado que algunos echen su cuarto a espadas en defensa de los afectados. Así, entre los valores mediáticos del vicepresidente en estas últimas fechas merece especial mención Pedro José, quien, mientras escucha multimillonarias ofertas, se va revistiendo de un aire tutorial cada vez más acentuado e insufrible hacia el presidente Aznar. En todo caso, gracias a él y a otros admiradores de muy distinto cuño del mismo perfume, quedamos advertidos de que con la pérdida de Cascos, calificado como personalidad de izquierda y necesario azote de oligarcas más o menos monopolistas, no se produciría acercamiento sino mayor distancia al centro que se anda buscando.

Pensaban los analistas más finos que el presidente Aznar se encontraba ante una disyuntiva: adelantar las elecciones conservando hasta el final su actual gabinete o agotar la legislatura buscando un nuevo impulso mediante una inmediata remodelación ministerial. Pero todo parece haber sido en vano. Tal como se perciben las cosas bien pudiera ser que las disyuntivas no existieran y que en Moncloa se optara por una tercera vía, la del Guinness. Es decir, agotar pero con los mismos. Desde luego algunos síntomas apuntan en esa dirección, y si no hay cambio de ministros enseguida se precipitarán los de secretarios de Estado, subsecretarios y directores generales con los que cada titular de departamento intentará ofrecer un nuevo dinamismo en sintonía con las predicaciones veraniegas. En Fomento y en Defensa ya han empezado.

Aclaremos que el centro político no es el punto imaginario del que equidistan todas las posiciones sin atender a su arraigo social, ni tampoco resulta como media aritmética entre cada una de las actitudes . Eso sí, quienes en cada formación política propugnan el centro, buscan definir una oferta programática en la mayor sintonía con las aspiraciones de la mayoría social, única que puede dar a un partido la victoria electoral en las urnas. Pero antes que las ubicaciones y los programas están los estilos de mando. Y en el estilo de Aznar, el confort del mando sólo se obtiene manteniendo de modo permanente en la incomodidad e incertidumbre al primer rango de los que obedecen. Para que así fuera, Miguel Ángel Rodríguez desempeñaba un papel muy relevante y todavía lo cumple Francisco Álvarez Cascos. Conviene, por tanto, averiguar quiénes recibirán ahora esa función irrenunciable.

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