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Los poderes de Vilalta

La Secretaría de Estado de Infraestructuras es uno de los puestos clave de la Administración de la que depende el grueso de la inversión pública. Su nuevo responsable, Albert Vilalta, tendrá mando por tierra, mar y aire. De él dependerán la dirección general de carreteras, la de ferrocarriles y transportes por carretera, la de marina mercante y la de aviación civil.Por si fuera poco, también tiene adscritos a sus departamento los entes públicos Aeropuertos Nacionales y Navegación Aérea (AENA) y Puertos del Estado y Autoridades Portuarias, así como la Empresa Nacional de Transportes por Carretera (Enatcar), a la espera de ser privatizada.

Pero ahí no acaba todo. El secretario de Estado de Infraestructuras es, por su cargo, consejero de Renfe, y de él depende el delegado del Gobierno en las sociedades concesionarias de autopistas de peaje, en las que Vilalta dictará la política de tarifas. En total, el presupuesto de la Secretaría de Estado ronda los 850.000 millones.

El cargo requiere, por tanto, un gestor ágil y dinámico, cualidades que, según los que le conocen, adornan a Vilalta. Un punto más a su favor es que conoce a la perfección el proyecto estrella de la inversión pública en los próximos años y banderín de enganche de votos tanto para el PP como para CiU en próximas elecciones: el AVE Madrid-Zaragoza-Barcelona-Frontera Francesa. Vilalta preside el ente público Gestor de Infraestructura, creado ad hoc en mayo de 1997 para desarrollar este proyecto, aunque desde su cargo de presidente de los Ferrocarriles de la Generalitat (de 1983 a 1989) ya se había encargado de estudiar la posibilidad de realizar una conexión férrea de alta velocidad entre Barcelona y Francia.

La entrada de Vilalta en la Secretaría de Estado de Infraestructuras tiene otra lectura. El aún secretario de Estado, Joaquín Abril Martorell, no tiene buen cartel entre las empresas que trabajan con y para Fomento, especialmente entre las constructoras, que han criticado su falta de agilidad para poner en marcha proyectos desarrollados sobre el papel. Vilalta transmite la sensación contraria.

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