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El PP admite que ha precipitado el debate sobre el nuevo centrismo

Javier Casqueiro

El anuncio de José María Aznar de que prepara una reestructuración en el PP con el fin de llevar al partido a una posición de centro ha sorprendido a los propios dirigentes populares, que desconocen todo de los planes del presidente. En la dirección del PP no saben explicar por qué un debate programado para noviembre, el del partido que debía salir del XIII congreso nacional, "se ha precipitado tanto". No hay en estos momentos un solo dirigente que trabaje ni en la fecha definitiva del cónclave, ni en los hipotéticos nuevos organigramas de su estructura, ni tampoco en la confección de los documentos ideológicos que nutrirán en su día este pretendido viaje del centro derecha al "centro reformista"

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En pleno anuncio de una reestructuración hacia el centro, el PP aún no baraja ni fechas ni organigramas ni documentos ideológicos sobre el esperado cónclave. El poder delegado en José María Aznar es tan incontestable -tiene "manos libres"- que su reciente afirmación de que quiere promover cambios de talantes y de personas en ese congreso ha desplazado a los demásdirigentes del partido a la posición de espectadores. Aznar aceptó el 10 de julio la renuncia de Miguel Ángel Rodríguez como portavoz del Gobierno por varias razones, personales y políticas, pero no se esperaba que esa dolorosa medida pudiera ser tan bien acogida en la opinión pública. Así se lo ha comentado el propio presidente del Gobierno y líder del PP a sus colaboradores.Sorprendido por el éxito que significó el cambio de Rodríguez por Josep Piqué, Aznar intentó rentabilizarlo al máximo. Los dirigentes del PP empezaron incluso a propagar la consigna de que el efecto Piqué había diluido el efecto Borrell. El ministro catalán emergió durante el verano en todo tipo de actividades, elementos y estampas. A tal punto que el presidente del partido en Cataluña, Alberto Fernández, apostó incluso por la utilización al máximo de ese efecto en su territorio e insinuó la posibilidad de que Piqué, aun no siendo militante del partido, encabece la lista en las próximas autonómicas. El PP todavía estaba asimilando ese trago, el de conceder a un independiente el poder de representar el tránsito de la derecha dura al centro liberal, cuando saltó la noticia de que el todopoderoso vicepresidente primero del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos, tenía intención de dejar la secretaría general del partido en el próximo congreso.

En realidad, Cascos llevaba ya un año avisando de que no renovaría ese mandato interno tras una década de mandato. Pero esta vez el anuncio se asoció rápidamente con los cambios ideológicos y de estilo que el presidente había atisbado en su viaje a Turquía y que ha ratificado en la última semana en sus diferentes comparecencias públicas.

La planificación estratégica del PP para el nuevo curso político que acaba de iniciarse estaba perfectamente fijada antes del verano. Primero las elecciones vascas (25 de octubre), luego las convenciones para la selección de candidatos autonómicos y municipales (octubre y noviembre), más tarde se abriría el melón del congreso (noviembre y diciembre) para celebrarlo en enero o febrero, y luego se encararían los comicios catalanes, los municipales, los autonómicos y los europeos. Ahora pocos saben en el PP qué ritmo va a imprimir Aznar a esta estrategia.

Ganar el centro parece lo prioritario. Pero sobre las nuevas ideas centristas a instaurar en el congreso del partido sólo se apunta la existencia de documentos internos de trabajo programados hace tiempo, como Un proyecto de España para el siglo XXI.

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Llegó Aznar, advirtió de la renovación de nombres y mensajes, y aclaró, por si quedaba alguna duda, que él revisaría personalmente este proceso. A partir de ahí, todo se ha precipitado. Hasta los más relevantes dirigentes han empleado parte de sus vacaciones veraniegas en "especular" sin fundamentos directos sobre las posibles intenciones de Aznar. Han leído las informaciones sobre el abandono de Cascos, el debate sobre su incierto futuro político incluso en el seno del Gobierno, y han concluido, de nuevo, que sólo Aznar puede aclarar qué sucederá en los próximos meses. Todo ha quedado ya en sus "exclusivas y libres manos".

En la dirección del PP, por no atreverse, no definen siquiera cuál podría ser la fecha del XIII congreso nacional del partido. La apuesta más probable apunta hacia febrero. Los estatutos marcan que deben prepararse cada tres años. El anterior se celebró en enero de 1996, precisamente ya con el lema "Gana el centro". A Aznar le gusta cumplir los plazos. Frente a quienes apuntaban que la cita podría retrasarse para aproximarla a las elecciones generales, fuentes autorizadas del partido sostienen que esta hipótesis jamás se ha contemplado.

En el PP tampoco se preparan distintos modelos de estructuras, por si Aznar considerara que el organigrama actual ya no sirve tras alcanzar el Gobierno en 1996. Entienden que el aparato vigente, con un presidente, un secretario general, un coordinador general y siete secretarios de área, no es muy extensa y, por tanto, no va a ser reducido. Ninguno de estos dirigentes, excepto Francisco Álvarez Cascos, tiene intención de dejar sus responsabilidades. La última palabra, en todo caso, la tiene el presidente. El líder del PP, tras perder las elecciones, recupera con más fuerza su entusiasmo por el centro y lleva al congreso del 96 el lema "Gana el centro". Aznar cree haber llegado a puerto. Parafraseando a Martin Luther King afirma: "He soñado con tener un partido de centro, identificado con la integración nacional y el respeto a la pluralidad. Ése es el espíritu que veo en el PP después de tantos años". "Vamos por el carril central, por el centro de la carretera", proclama ante los aplausos de los militantes.

Al día siguiente, el periodista Iñaki Gabilondo le pregunta por la derecha. "Está dentro de este gran partido de centro que es el PP", responde Aznar.

Gana las elecciones, y nada más ser investido presidente del Gobierno dice que ha formado "un Gobierno de centro, centrista", y habla de recuperar la herencia del centro que protagonizó la transición. Pero sólo tres de sus ministros provienen de la UCD, frente a los ocho que militaban en Alianza Popular, y es Manuel Fraga el primer dirigente al que recibe en La Moncloa.

Las contradicciones se hacen evidentes cuando Aznar habla para la prensa extranjera. En junio del año pasado declara en un diario belga que "España es el último bastión de la derecha europea". Poco después, presenta el libro Conversaciones sobre la derecha, del corresponsal británico Tom Burns, e intenta distanciarse del título de la obra con una de sus habituales bromas: "Me gusta más lo de conversaciones que lo de derecha". En una reciente entrevista con un diario italiano, repite 12 veces la expresión centro-derecha. El periódico, aun así, lo define en los titulares como el "líder conservador".

La contradicción entre un partido que se dice de centro pero que no tiene a nadie a la derecha se repite. Aznar aconseja a los líderes de la derecha italiana y dice, en esa misma entrevista, que para ganar "el centro-derecha tienen que estar representados por un solo partido, con un solo líder, que aglutine a las facciones más extremas de la sociedad". En otra ocasión ya había declarado: "A mi derecha, el abismo".

El último acelerón

El último acelerón del viaje hacia el centro comenzó con la encuesta del CIS de abril de este año, que situaba a los populares casi dos puntos por debajo de los socialistas en intención de voto. Los nacionalistas, socios parlamentarios de Aznar, sugirieron entonces que el Gobierno aprovechara la oportunidad para "centrar su política frente al radicalismo de Borrell", vencedor de las primarias socialistas. El 10 de julio cesa Miguel Ángel Rodríguez, uno de los miembros del Gobierno peor valorados. Y Francisco Álvarez Cascos, el miembro del Gobierno peor valorado en el último sondeo del CIS, ha confirmado que abandonará la secretaría general del partido en el próximo congreso. Pero incluso entre las filas del PP, la idea de avanzar hacia el centro se toma con cierta ironía. Juan José Lucas, presidente de Castilla y León, reconocía en Quintanilla de Onésimo que el PP se está centrando desde hace casi 10 años.Con este último movimiento, los populares no pretenden convertirse en el partido de "centro-izquierda" del que llegó a presumir Miguel Ángel Rodríguez como portavoz del Ejecutivo. Su objetivo es convencer al 27,5% de los electores que se declara de centro.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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