Los ayuntamientos del Maresme exigen que se aceleren las obras del plan contra las riadas
Después de la primera tromba de agua de la temporada que cayó el viernes por la tarde en el Maresme y que tuvo como consecuencia la muerte de Andrés Ocaña Gómez, de 87 años, los ayuntamientos de la comarca insisten en la necesidad de que se aceleren las obras del Plan de Protección Contra Avenidas que firmaron en 1994 la Generalitat y el Gobierno central. De 16 actuaciones consideradas urgentes sólo ha concluido una, y algunos municipios están dispuestos a hacer aportaciones económicas para que canalicen algunas rieras. Las lluvias torrenciales desbordan las rieras, suponen un peligro para las personas y provocan cuantiosos daños.
"Ya se ha visto en los últimos años la necesidad urgente de llevar a cabo estas obras hidráulicas y en cambio vemos cómo año tras año se van retrasando" las canalizaciones, ha comentado Tomás Esteban, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Premià de Mar. Lo único que los ayuntamientos pueden hacer ante el retraso del plan es mantener limpios los cauces de los torrentes y el servicio de alcantarillado para evitar que la acumulación de materiales originen el desbordamiento de las rieras. Los municipios vigilan el estado de los cauces de rieras y torrentes y ante cualquier amenaza de fuertes lluvias se ponen alerta. Las policías locales montan dispositivos especiales para retirar los vehículos estacionados en las rieras que pasan por los cascos urbanos. Se trata de torrentes que con el tiempo se han convertido en una calle más. Una calle que se puede convertir en pocos minutos en un río salvaje. La última víctima mortal de las riadas falleció el pasado viernes por la tarde. Andrés Ocaña Gómez, vecino de Barcelona que pasaba unas vacaciones en Caldes d"Estrac, intentó retirar su vehículo de la riera del Gorg cuando una ola de grandes dimensiones le arrastró junto al coche hasta un puente. Murió ahogado, igual que José Celaya, de 72 años y también de Barcelona, que el 27 de noviembre de 1997 fue arrastrado por las aguas del torrente de Gavarra, en el centro de Canet de Mar. Su cuerpo fue localizado cuatro meses después a 500 kilómetros de distancia, en la isla francesa de Córcega. Las medidas de los ayuntamientos y las obras de mejora que llevan a cabo las administraciones central y autonómica son insuficientes cuando se producen espectaculares trombas de agua en pocas horas. "No hay nada que hacer cuando caen 140 litros por metro cuadrado en un par de horas, como sucedió en Cabrils el 2 de septiembre de 1996", asegura el alcalde de esta población, Josep Grau. El torrente Roig de esta localidad se tragó aquel día a José García Mojarro, de 58 años, cuyo cadáver fue localizado en el mar frente a Badalona. Ni la Generalitat ni el Gobierno central consideraron especialmente peligroso el torrente Roig en 1994, cuando elaboraron el acuerdo prioritario del Plan Contra las Avenidas, así que el alcalde de Cabrils negocia directamente con la Administración catalana el posible soterramiento de la riera. Grau asegura que el Ayuntamiento está dispuesto a hacer aportaciones económicas para llevar a cabo esa actuación. PASA A LA PÁGINA 4
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