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Extrañas en la oscuridad

María Fabra

Vista de día la playa de Torrenostra, en Torreblanca, no ofrece particularidad alguna. Es un tramo de costa mediterránea apacible, con una más que suficiente extensión de arena que da cabida a centenares de sombrillas que cobijan sillas, tumbonas, cubos, palas y rastrillos en manos de niños tratando de levantar mansiones y castillos con almenas, donde la ley no permite la edificación real. Todo transcurre con normalidad. La gente se baña, se seca con sus toallas, toma el sol, discute, lee, ríe, se quema con la arena... Algunos niños lloran, otros gritan, muchos llaman a sus madres. Todo normal. Se puede ver a unos alemanes colorados, a un padre que ha dormido poco y a un joven a quien le pesa la noche pasada en el vecino Alcossebre. La extensión de la playa de Torrenostra es tal que podría albergar al doble de la población que la ocupa en el periodo vacacional. Son muchos los metros de arena que separan el paseo del mar y su longitud proporciona la posibilidad de realizar más que considerables paseos por la orilla. Llega el mediodía. El movimiento de los veraneantes señala la llegada de la hora de la comida. Los enseres se quedan en la playa, recogidos y conformados en pequeños montones, preludio de una actividad playera vespertina. Y, realmente, hay quienes retornan a la playa una vez consumada la siesta veraniega. La tarde tampoco ofrece más alicientes que el sol, el mar, la playa en general. Llega el atardecer. Algunas familias han amontonado ya sus sombrillas, tumbonas, cubos y sillas. Otros lo hacen al caer el sol. Pero ninguno de ellos "desnuda" la playa. Todos dejan clavados en la arena sus quitasoles y, junto a ellos, sus posesiones playeras: los moldes de los castillos, los asientos de tela o plástico sobre los que descansarán al día siguiente y todo aquello que no habrán de trasladar diariamente porque la playa se encarga de "guardar" durante la noche. Al menos hasta ahora. Ésa es la mayor particularidad de la playa de Torrenostra. Nadie recoge sus utensilios y, por la noche, este tramo de costa se presenta como una plantación que aunque no produce cosecha tampoco pierde los "frutos" que se encuentran en ella.

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