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Sin ellos no habría fiestas

Decenas de personas se ocupan cada día de que no falte el hielo, el vino, un váter público o una valla de seguridad

La intensa semana se encuentra inmersa en los últimos y más espectaculares estertores de disfrute con mayúsculas. Ahora ya es imperdonable no salir a hacer una ronda, pequeña o grande, por las txosnas. El tiempo acompaña y Bilbao puede presumir ya de habérselo pasado en grande. Los camareros han sudado la gota gorda y las comparsas han animado incansablemente. Pero para que la mayoría disfrute otros ciudadanos trabajan a espaldas al decorado festivo. La fiesta es un mecano gigante de engranaje preciso, un precioso puzzle de laborioso encaje. Antes de este fin de semana de abarrote al límite, los servicios de limpieza y retirada de basuras han recogido ya 200 toneladas de desperdicios en los diversos recintos festivos. "Me impresiona que después de una noche como esta [la del viernes], en la que el suelo acaba pareciendo una alfombra de vasos de plásticos y alcohol, a las 11 de la mañana siguiente las calles de Bilbao estén frescas e inmaculadas. Hombre, si te fijas aún hay cierto olor a vino, pero parece mentira que sólo cinco horas antes las mismas aceras estuvieran cochambrosas", comenta Elena, una visitante de Madrid. Y es cierto. El aplauso principal para los que trabajan entre bastidores debe ser para los encargados de la limpieza, incluidos los miembros de las txosnas que este año están recogiendo los desperdicios que producen sus negocios de manera ejemplar. A la limpieza general contribuyen los urinarios públicos que han instalado tanto el Ayuntamiento como las propias txosnas. La empresa Arlán es la que ganó el concurso de licitación del Ayuntamiento y les ha alquilado para esta semana 200 urinarios móviles, de los que 15 son polivalentes, es decir, accesibles para discapacitados. El 50% se limpian dos veces al día y el resto, una. El alquiler de los 200 urinarios ha costado a la comisión de fiestas unos tres millones de pesetas. "Nosotros hemos instalado unos 50 váteres autónomos", dice José Ramón Etxebarria, director de la empresa Etxetik, que también ha proporcionado a las fiestas unos 400 metros de vallas de seguridad, además de vallas peatonales y cabinas para múltiples usos. "La Semana Grande, de momento, no tiene tanto tirón como para que nuestro negocio se desborde", apunta Etxebarria. Los que no dan abasto son los de que suministran el hielo para los miles de litros de bebida que calman la sed del baile y la juerga. "Si no fuera por las fiestas en agosto nos iríamos de vacaciones", asegura entre divertido y compungido José Ignacio, de 23 años, propietario de Cubibilbo, que lleva hielo a todas las txosnas, "menos a una". Calcula que servirá, como promedio, unos 2.000 kilos diarios de hielo a cada una. Realizan varios repartos al día y terminan a las dos de la madrugada. "La gente nos llama cuando se queda sin hielo, pero no siempre podemos servirles porque no hay quien llegue a algunos sitios de tanta gente que hay". Las txosnas se empiezan a montar un par de días antes del comienzo de las fiestas. "Hay unas 25 personas que se encargan de montarla y, además, ayudan a levantar las de los alrededores", explica Iñaki, encargado de la limpieza en la txosna Txomin Barullo. "Tienen experiencia porque son siempre los mismos y llevan 20 años haciéndolo". Desde hace tres años, Txomin Barullo utiliza una carpa prefabricada, pero hay otras txosnas que se montan con mecanotubos, como la de Sinkuartel, lo que permite variar la formas y el tamaño. Imposible imaginar una noche de sábado en fiestas con mucha cerveza, mucha coca-cola y sin nada de vino. ¡Horror! ¿Qué sería de la juerga noctura y diurna sin kalimotxo? Pero no sucederá, al menos este año. Las bodegas Anza proporcionan a 12 txosnas vino a granel en depósitos de 1.000 litros que se conectan directamente a las máquinas de refrescos. "El resto del año nos dedicamos al vino embotellado, el de txikiteo", explica David Rojo Alaña, de 34 años, encargado del servicio a las txosnas en esta empresa de Barakaldo. Al final de las fiestas habrán servido unos 60.000 o 70.000 litros de vino. Por las mañanas un camión cisterna va rellenando los depósitos de líquido. "Suele bastar con uno de 1.000 litros para una noche de fin de semana, aunque hay un par de txosnas que tienen dos depósitos", añade David Rojo. Los fuegos articiales embellecen Bilbao cada noche. Para el visitante de fuera es quizá una de las atracciones más curiosas de la Semana Grande. Pero para que millones de ojos pudieran ayer deleitarse con la luz y el colorido, en una campa de Begoña de 1.600 metros cuadrados, una decena de personas de la Pirotecnia Zaragozana, de entre 18 y 60 años, trabajaron desde las seis de la mañana hasta las tres de la madrugada, en el montaje, lanzamiento y recogida. Cada pirotecnia se trae a sus propios operarios. "Es un oficio muy bonito y muy agradecido", dice Nicolas, de 31 años. El que se encargó de tirar es César, de 38 años. "No hay ningún riesgo", asegura.

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