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CAMPEONATOS DE EUROPA DE ATLETISMO

La marcha tiene futuro

Odriozola, cuarto, y Pérez, sexto, sorprenden en los 50 kilómetros

Santiago Segurola

No hubo medallas, pera la nueva generación ofreció excelentes noticias en los 50 kilómetros marcha. Mikel Odriozola alcanzó el cuarto puesto, con un tiempo (3.47.24 horas) que habla de su espectacular progresión. Esta temporada ha mejorado su mejor registro en diez minutos, un recorte que le ha trasladado del anonimato a una posición destacadísima en la especialidad. Algo parecido sucede con Santiago Pérez, sexto en la final, después de haber resistido buena parte de la prueba junto al que volvería a ganar, el polaco Korzeniowski y el finlandés Valentin Kononen, dos astros de la marcha que hicieron valer su autoridad. La decepción estuvo protagonizada por Jesús García Bragado, el más prestigioso de los tres atletas españoles. Ganador del Campeonato del Mundo en Stuttgart 93 y subcampeón en Atenas 97, García Bragado es con Massana el mascarón de proa de la marcha en España. Pero esta vez se encontró en fuera de juego. Acostumbrado a progresar desde atrás, perdió muy pronto el contacto con el primer grupo y tampoco encontró ayuda entre los perseguidores. Y una de las peores cosas que le puede suceder a un marchador es viajar en solitario, porque se vuelve presa de los jueces, que entran a saco en las cuestiones de estilo, tan arbitrarias en la marcha. García Bragado no pasó el examen y fue descalificado. "He tomado nota y espero que no me vuelva a suceder", declaró.

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Odriozola siguió la estrategia de García Bragado, pero con mejores resultados. Su caso demuestra la importancia que tienen los medios, la dedicación y los entrenamientos en el deporte. Esta temporada se ha trasladado a Barcelona desde Guipúzcoa, donde tenía dificultades para encontrar el ambiente y las facilidades necesarias para florecer como marchador. En Barcelona se ha puesto a las órdenes del gran José Marín, que junto a Jordi Llopart sacó a la marcha española de las catacumbas. En el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat, Odriozola ha funcionado como un reloj. Llegó allí con una mejor marca personal de 3.57.11 horas y ha salido de Budapest con 3.47.24. El bocado es inmenso. "He seguido el plan que me marcó Marín. Los primeros 20 kilómetros me he retenido, los segundos 20 he progresado sin consumirse y luego me he exprimido en los últimos 10 kilómetros", dijo Odriozola, que estuvo pendiente del pulsómetro, el ordenador de a bordo de los marchadores. Sus pulsaciones oscilaron entre 150 y 154 durante la fase media de la carrera. Perfecto, tenía un margen para obligarse en los últimos kilómetros. Su reacción fue tremenda. Comenzó a mejorar posiciones hasta alcanzar a Santiago Pérez, otro producto de José Marín. Este año se ha trasladado desde Ourense a Cataluña, con beneficios evidentes.

Durante toda la prueba, Santiago Pérez intentó mantenerse junto a Korzeniowski y Kononen, pero eso son palabras mayores para cualquiera. El español pinchó. A falta de dos kilómetros fue alcanzado por Odriozola, que venía como una bala. Su parcial en los últimos diez kilómetros fue de 44 minutos, un tiempo espectacular que habló de la capacidad de un marchador que todavía está por explotar y del conocimiento que tiene de sus límites actuales. En esos diez kilómetros finales, su ritmo cardiaco subió de 154 a 166 pulsaciones por minuto. Era el momento de exigirse y lo hizo con todas las consecuencias. Su cuarta posición es el anuncio del éxito que se adivina en las pruebas de marcha en los próximos años. Paco Fernández, Santiago Pérez, Mikel Odriozola: el futuro parece asegurado.

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