Grit Breuer reivindica su nombre en 400 metros
Con 15 años, Grit Breuer era la típica niña prodigiosa en el escenario deportivo de la antigua RDA. Ganaba campeonatos, batía récords juveniles y parecía destinada a suceder a la formidable Marita Koch. Con Katrin Krabbe formaba la última generación de un país que había arrasado en el atletismo femenino. Grandes planes de organización, captaciones muy tempranas, tiempo y dinero. Y droga. La barra libre funcionó en la RDA como en ningún otro país. Ahora que se habla de redefinir el dopaje y abrir la mano, conviene decir que una liberalización extrema podría llevar a extremos indeseables, desde la utilización masiva de drogas hasta la aplicación de la ingenieria genética. Muchas de las atletas alemanas de la década de los 80 se quejan ahora del régimen carcelario que sufrieron y de los efectos devastadores que sufrieron sus cuerpos.
Breuer ganó ayer la final de 400 metros. Lo hizo con un tiempo 49.93 segundos, peor que los registros que realizaba con 18 años. Pero Breuer como Krabbe ha sido esclava de los tiempos. Cayó el muro de Berlín, se destaparon los escándalos por dopaje y se vio implicada en ellos. Recibió una suspensión por cuatro años y pareció perdida para el atletismo. Su regreso ha sido trabajoso. No es Marita Koch, ni se la puede preparar en un laboratorio para conseguir los impensables récords de su compatriota. Ahora se siente satisfecha con su vuelta al atletismo y con victorias como la de ayer.
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