Un detalle de 2.000 millones Un jeque compra un lujoso yate a la empresa que regenta su esposa
VERANO 98Un jeque árabe quiso hacer realidad aquello de "la caridad bien entendida empieza por casa" y compró una embarcación valorada en cerca de 2.000 millones de pesetas a la empresa de yates de lujo que su esposa presentaba en un cóctel. La adquisición fue interpretada por los asistentes a la reunión, celebrada en una casa particular de Marbella, como un gesto del potentado árabe para dar ánimo a la nueva actividad emprendida por su esposa. La sociedad Motor Saling presentó en la noche del jueves los prototipos de embarcaciones de lujo de tres astilleros italianos, que dicha empresa ya comercializa en varios países árabes y de Europa. El valor de estos yates superan los 1.000 millones de pesetas y entre ellos destacan los modelos más exclusivos diseñados por el arquitecto naval Tommaso Spadolini, cuyo precio puede superar los 5.000 millones. Mohamed Ashmawi, un jeque residente en Marbella es uno de los personajes célebres del municipio. El alcalde Jesús Gil, en agradecimiento a su adinerada presencia en la localidad, ya le dedicó un monolito. En la presentación de la noche del jueves, tan reputado huésped, hizo gala de sus poderes. El jeque debió pensar que la gestión de la sociedad náutica no era suficiente y decidió dar un toque romántico a la velada: el primer yate que salió del regazo financiero de su esposa, Samia, debía ser para él. Y qué son 2.000 millones cuando el amor está por medio. Los yates, que fueron presentados en un vídeo durante el cóctel y exhibidos en maquetas y en satinados folletos, están fabricados por los astilleros italianos Cantieri di Pisa, Baglieto y San Lorenzo. A la presentación virtual de estas joyas de la navegación asistieron como invitados medio centenar de empresarios de la zona, que se mostraron remisos, -duros de corazón-, a seguir el ejemplo de Ashmawi. Lita Trujillo y el periodista Julián Lago también estaban allí, si bien no se sabe si siguieron la presentación como curiosos o como interesados en alguna embarcación. El jeque árabe llegó a la fiesta acompañado de su esposa y sólo permaneció unos minutos, tiempo suficiente para recorrer la exposición y desaparecer en un reluciente Rolls Royce blanco, rodeado de guardaespaldas. Entonces uno de los yates de más de 40 metros de eslora, con mármoles de Carrara y grifería rematada en oro en los servicios ya tenía dueño. Los nostálgicos recordaban los tiempos del Nabila de Adnan Kashogui anclado en Puerto Banús. La responsable de comercialización de las embarcaciones de lujo, Lisia Paolillo, destacó que no sólo en los países árabes se encuentran sus mejores clientes. Según Paolillo incluso en Madrid o Barcelona hay bolsillos con suficiente holgura para ocios de más de 1.000 millones de pesetas. "No puedo desvelar sus nombres pero en España tenemos tan buenos clientes como los que podemos encontrar en los países petroleros", dijo, misteriosa, Paolillo, recelosa de la posible competencia en el mercado nacional. La sociedad de yates, que operará con oficina propia a partir de octubre próximo, confía en acaparar los clientes del mercado local y en los contactos que desde la localidad malagueña pueda hacer con magnates árabes que visitan Marbella. "Nuestros artesanos son capaces de hacer zapatos de madera a un mosquito", asegura Paolillo.
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