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CAMPEONATOS DE EUROPA DE ATLETISMO

Estévez toma la corona de Cacho

El joven atleta español gana los 1.500 metros con gran facilidad y el soriano logra el bronce

Santiago Segurola

Desde atrás, con la naturalidad que se advierte en los príncipes del mediofondo, preguntándose por la falta de rivales, Reyes Estévez ganó la final de 1.500 metros. Lo hizo con tanta sencillez que se puede hablar de dos carreras. Una de Estévez, que aceleró en los últimos 250 metros y se despidió de todos los adversarios, incluido Cacho, que sacó bronce con esfuerzo. Ha pasado un año accidentado, entre lesiones, sin competir apenas. Dos semanas atrás se dudaba de su participación en los Campeonatos de Europa, ayer consiguió el tercer puesto. "Estoy satisfecho", declaró después de la carrera. Desde el cuartel de Andrés Díaz, el tercer español, se envió un mensaje a Estévez y Cacho. El entrenador Manuel Pascua Piquera quería una carrera dura, exigente para todos esos atletas que andan bien entre 3.36 y 3.39, pero que no pueden con los ritmos altos. Desde el círculo de Cacho se le contestó que no, que no habría coalición. Cada uno a la suyo. Cacho ha estado en mil batallas y ha llegado a un punto donde actúa de forma autónoma, con la seguridad que le ofrece un historial impecable. No estaba en forma, pero nunca le ha faltado confianza. Correría a su aire.

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"Seguro que recibiré menos codazos"

Estévez es poco hablador. Se mueve con prudencia y siente un profundo respeto por Fermín Cacho, pero tampoco estaba para coaliciones. En realidad, a Estévez hay que mirarle a los ojos. Se ve entonces que atraviesa un periodo de gracia, el típico estado de los atletas inabordables. Su seguridad es absoluta, hasta el punto de superar cualquier error. Con 22 años todavía es carne de cañón en las pruebas tácticas, donde lo que pesa es el historial. Así que a veces se ve envuelto en el rifi rafe habitual de codazos en las carreras de 1.500 o indeciso, adelante y atrás, sin saber muy bien cuál es su posición. Problemas de juventud que Estévez resuelve con facilidad porque en estos momentos es el mejor de Europa.

No hubo coalición

Si no hubo coalición española, tampoco se apreció una estrategia común de los ingleses, que habían colocado a tres atletas en la final. En estas condiciones la carrera estaba destinada a ser necesariamente lenta, a la espera de acontecimientos. Andrés Díaz estaba llamado a ser el más perjudicado de la carrera. Andrés llegaba dolorido por una distensión que se le produjo en la semifinal y se encontraba en la peor situación posible: una prueba táctica, para expertos, para gente que se mueve desde siempre en el 1.500. Es un recién llegado. Ha saltado desde el 800 y no domina los resortes de la siguiente distancia. En la final pasó un calvario. Nervioso como es, se movió sin demasiado criterio y con mucha tensión. No le gustaba la carrera y terminó fuera de juego, penúltimo, sin nada que decir.

La primera vuelta fue sintomática: 1.01.40 minutos, nadie interesado en apretar las tuercas, todos haciéndose los distraídos. Sólo el portugués Rui Silva tenía la carrera en la cabeza. Tenía un plan, lo ejecutó y le salió de perlas. Pasó en primera posición por los 400 metros, siempre por dentro, sin nadie que le molestara. Cacho se situó a su lado, al borde de la segunda calle, la posición típica de los atletas que han vivido mucho. Estaba dispuesto a defender ese sitio como fuera, para eso es una autoridad del medio fondo. Por detrás de ambos, un barullo considerable. Codos por aquí y por allá, pero nadie se atrevió a entrar en acción.

Zancada cadenciosa

Muy retrasado, Reyes Estévez observó las operaciones como si no fueran con él. Ojeaba el panorama de la carrera y seguía con su zancada cadenciosa, convencido de que la victoria se jugaría en los últimos 300 metros. Los acontecimientos le dieron la razón. Hubo un amago del irlandés Bruton y de Andrés Díaz poco antes de comenzar la vuelta final, pero aquello fue una salva sin pólvora. Estévez reaccionó de manera fulminante y abrió hasta la tercera calle. Si aquel movimiento era decisivo, no le podían pillar despistado. Su aceleración determinó las posiciones de la carrera. El 1.500 se convirtió en un 400, y en esas condiciones resultaba difícil pensar en otro ganador que Estévez o Cacho. Pero Cacho está dos puntos por debajo del estado que exhibió el pasado año. Y Estévez está dos puntos por encima del nivel que marcó la última temporada. Unidas las dos circunstancias, la final se decidió en el imparable ataque de Reyes Estévez en la contrarrecta.

Su aceleración tuvo un efecto devastador. Allí se vio que Estévez corría una prueba y los demás otra. Se abrió una brecha instantánea y el margen se amplió sin remedio. A la salida de la curva, eran cinco metros y Cacho boqueaba, miraba atrás, no encontraba la solución al problema. Estévez supo en ese momento que había ganado. "Miré de reojo hacia atrás y vi que nadie me seguía. Allí me sentí vencedor", declaró.

La última recta fue de propina para Reyes Estévez. Cubrió el último 400 en 53 segundos, pero los últimos 40 metros los dedicó a tirar besos, saludar al personal presente en el estadio y preguntarse por una victoria tan sencilla, en la que tomó oficialmente la sucesión de Fermín Cacho.

Reyes Estévez es la clásica estampa del atleta superdotado, nacido para ganar, que es lo que ha hecho Estévez desde que era un chiquillo. Ahora sabemos que aquel muchacho tan prometedor es una estrella del medio fondo, un hombre a la búsqueda de unos límites desconocidos.

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