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Crítica:FESTIVAL DE SANTANDER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Diálogo clásico y romántico

En el monasterio de la Santísima Trinidad de Suesa, a 20 minutos de Santander, el duo Eolis, formado por el flautista James Lyman y la artista Iolkitcheva, nos ofreció un interesante programa, en el que junto a la belleza de Fauré y Saint-Saens o el buen hacer de Jean Michel Damase (Burdeos, 1928) tuvimos dos estrenos españoles. El primero, una condensada página de Guillermo García Alcalde titulada Tacto del agua. Periodista, hombre de empresa y músico, García Alcalde encuentra punto de reposo en espaciadas creaciones musicales, manteniendo hoy la tradición de los grandes diletantes, que no eran meros aficionados sino músicos no dedicados profesionalmente al noble oficio de componer.Así, un Gabriel Rodríguez con sus canciones becquerianas, Julio Casares con su música de cámara, Gabriel Abreu o Gerardo Diego, pianistas de espíritu inquieto. En el caso de la nueva obra de García Alcalde, el diálogo entre los dos instrumentos -clásico uno, sugerentemente romántico otro- es el de la línea frente al ornamento, la cantabilidad junto a los Glisandi, para evidenciar una refinada sensibilidad acústica que hace color del timbre y gesto del diseño. El otro estreno pertenece al joven Antonio Noguera Guinovart (Ametlla de Mar, 1963). La amplia formación técnica de Noguera le permite explotar los más variados recursos de la flauta y el arpa de modo que, sin perseguir una finalidad meramente decorativa y virtuosista, su obra Alba cromática en Saja nos trae muy ricas soluciones puestas al servicio de una estructura fuerte y flexible.

La semana ha comenzado con un gran concierto coral y orquestal celebrado en la iglesia de La Asunción de Laredo, en el que se unieron las voces de la coral Salvé, de José Luis Ocejo, y el coro Europa, de Mariano Rodríguez Saturio, con los instrumentistas de la filarmónica rumana bajo la dirección de Emil Simon. Tras un brillante Gloria de Vivaldi, no demasiado ágil por la idea del maestro, conocimos el Te Deum escrito por Bizet a los 20 años, poco después de la Sinfonía en do.

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