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Reportaje:

Visto para sentencia

Hoy se espera en Berlín el primer veredicto sobre el dopaje en la ex RDA

"Hemos encontrado lesiones en el hígado, una voz muy masculina o una cantidad de pelo en el cuerpo anormalmente desarrollada. Estos trastornos se han debido con seguridad a la ingestión de anabolizantes". Los profesores Horst Luebbert y Norbert Rietbrock confirmaron la pasada semana en Berlín, durante el juicio que se sigue contra dos médicos y cuatro entrenadores, que el dopaje fue una constante durante la época de la República Democrática Alemana (RDA). Uno de los médicos, Dieter Binus, de 59 años, admitió que había administrado productos prohibidos a 17 nadadoras entre 1974 y 1989, hasta la caída del muro, en el club Dynamo de Berlín. Señaló que no creía dañina para la salud la dosis anual de esteroides anabolizantes que recetó. Pero el proceso se ha centrado en él y hoy se espera la sentencia, la primera desde que se empezaron a desenmascarar los métodos usados en la que llegó a ser la segunda potencia mundial en el deporte, sólo por detrás de la entonces Unión Soviética, e incluso por delante de Estados Unidos. Luebbert, ginecólogo y endocrinólogo, y Rietbrock, farmacólogo, examinaron a 11 nadadoras, las deportistas más castigadas por el dopaje, pero que dominaron de forma aplastante el panorama mundial en las décadas de los setenta y los ochenta. No dieron nunca positivo en los controles, pues el sistema se perfeccionó para dejar en casa a quien no estuviera limpia antes de las grandes competiciones. Luebbert añadió en su informe de 17 páginas que no es posible tener certezas dado el tiempo transcurrido, y reconoció que no había encontrado problemas cardiacos, de crecimiento o de fertilidad, ni otros daños corporales, como planteó el fiscal en su primer informe. Sin embargo, afirmó que los médicos de las nadadoras sabían desde el final de los años setenta o, como mucho, a principios de los ochenta, que los productos anabolizantes que estaban recetando, como el turinabol, tenían efectos secundarios. Tres de las 11 nadadoras examinadas sufren problemas de hígado y una tiene desarrollado un tumor. La nadadora Barbara Krause, que fue plusmarquista mundial de 100 metros libres, casada con el espaldista Lutz Wanja, tuvo un hijo con malformaciones, pero siempre guardó silencio. En Montreal alcanzaron aún más gloria nadadoras como Kornelia Ender, Ulrike Richter o Andrea Pollack, que admitió en 1988 haber tomado "lo que le daban, porque lo decían los médicos". Su frase fue muy similar a la contestada por varias campeonas olímpicas y mundiales, nadadoras y atletas consultadas por EL PAÍS.

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