El Festival de La Alpujarra intenta recuperar la tradición de la comarca
La Tahá de Pitres multiplicó ayer por 15 su población. El pequeño y serrano municipio granadino acogió la decimoséptima edición del Festival de Música Tradicional de La Alpujarra, que cada año congrega a más de 10.000 personas. De diez de la mañana a dos de la madrugada, con un pequeño descanso para la comida, actuaron un total de 27 grupos pertenecientes a veinte localidades de la comarca, que aglutina a pueblos de Granada y Almería, en un intento de recuperar la tradición de la zona.
El objetivo de este festival itinerante, como explica su organizadora, María Aragón, es "recuperar la música y los bailes tradicionales de La Alpujarra y legarlos a los más jóvenes para su continuación". Aragón es la presidenta de la Asociación Cultural Abuxarra, nacida en 1982 como eje integrador de todos los municipios alpujarreños. "Durante siglos, en los cortijos se han bailado y cantado mazurcas, polcas, robaos, mudanzas... Una riquísima tradición que ha estado a punto de desaparecer con los hábitos modernos", señala. Los grupos folclóricos resultan de lo más variopintos. Los hay desde infantiles hasta nonagenarios, como el del Centro de la Tercera Edad de Berja. Todos ellos realizan una encomiable recuperación de la tradición musical, acudiendo, en la mayoría de los casos, a fuentes orales. "Los ancianos de La Alpujarra son auténticos libros abiertos. Y son los que encuentran en sus recuerdos de infancia las mejores bases para repescar los cantes y bailes", explica José Antonio Pino, también de Abuxarra. Algunas letrillas resultan tan contundentes y picantes como las típicas gachas pimentoneras de la comarca. "Se cantaban en plena faena de arado, siega o trilla y su fin era entretener o, incluso, seducir a las mozuelas. De ahí el atrevimiento", aclara José Antonio. Pero las actuaciones más esperadas por el numeroso público son las de los trovos. En esta modalidad, dos lugareños comparan sus habilidades poéticas. El jurado les propone un tema que ellos desconocen y durante veinte minutos tienen que repentizar, es decir, improvisar "de repente" rimas en quintillas. El jurado no valora tanto las cualidades musicales y vocales, como el ingenio y la rapidez mental de los participantes. Uno ataca y el otro defiende temas como la reforma del olivar o el dopaje en el Tour. José Sevilla, uno de los troveros más populares, abogaba por los ciclistas de esta guisa: Lo de las drogas no lo toméis a mal / pues tengo la certeza / de que son lo mismo que el Okal / para el dolor de cabeza.
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