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ANDALUCÍA, SIGLO XXI

"La identidad cultural no se puede convertir en una ideología partidista"

Margot Molina

SALVADOR TÁVORA DIRECTOR DE ESCENA

El nombre de Salvador Távora está unido al despertar de la conciencia andaluza. Este soldador eléctrico, torero y cantaor emprendió en 1972 con La Cuadra un camino nuevo para el teatro andaluz, un camino lleno de Quejío, Palos y Nanas de espinas, pero lo recorrió sin concesiones. Es uno de los hombres que dibujará el mapa de la Andalucía del siglo XXI.Durante décadas, el teatro andaluz se ha identificado con una sola compañía, La Cuadra, y ha tenido un sólo maestro: Salvador Távora. Él decidió a principio de los años setenta que el teatro estaba saturado de tópicos y apostó por espectáculos duros, profundos, en los que se oía la voz de un pueblo que sufría y se quejaba. Sus obras han llevado otra imagen de Andalucía, alejada de las postales folclóricas, a escenarios de todo el mundo. Desde Australia hasta México, los montajes de Távora continúan cautivando al público después de 26 años de trabajo y 12 espectáculos. Su opinión será una de las que se oiga en el foro Andalucía Nuevo Siglo, un proyecto en el que el presidente de la Junta, Manuel Chaves, ha implicado a 230 profesionales de distintos campos para que, con sus conocimientos, contribuyan a perfilar el camino que la comunidad deberá emprender con el cambio de era. Pregunta. ¿Qué sentido tiene para usted el foro Andalucía Nuevo Siglo? Respuesta. Confrontar las opiniones de 230 personas puede dar un resultado muy valioso. Puede ayudar a saber cómo quiere afrontar la sociedad civil andaluza el nuevo siglo. El invitar a gente tan distinta ha sido una iniciativa valiente de Manuel Chaves. El día que nos sentemos habrá un fuerte enfrentamiento que yo creo que debe ser público y transparente. La clase política deberá tomar buena nota de todo lo que ocurra entonces. P. Usted lleva más de 25 años luchando por cambiar el teatro andaluz, ¿qué veremos en los escenarios en el siglo XXI? R. Veremos los temas que preocupan a la sociedad en cada momento. Si uno camina con la cara vuelta hacia atrás, tropieza. Hay que avanzar mirando donde se pisa pero con zapatos viejos. Debemos entrar en el siglo XXI cargados con toda nuestra experiencia, pero eso es algo que ya llevamos tiempo haciendo. No se puede cambiar de siglo como de camisa. Hay que desterrar cosas como la creencia de que la emoción no pertenece al teatro. P. ¿Qué consejo le daría los nuevas generaciones de teatreros andaluces? R. Uno sólo: que deben hacer un teatro cargado de cultura vivencial andaluza, que sea reconocible y que tenga identidad en medio de la despersonalización que está proliferando en el mundo de la cultura. P. Usted ha huido en casi todos sus espectáculos de un texto previo, ¿piensa que es ese uno de los nuevos caminos? R. Siempre ha habido literatura andaluza, pero no teatro. Hay que buscar un nuevo método de expresión. El teatro debe convertirse en una experiencia común, en una comunión entre personas, en una relación de piel a piel a la que nunca se podría llegar cargado de nuevas tecnologías, por eso yo huyo del teatro de vanguardia. P. ¿Cuál es ese nuevo lenguaje que usted propone? R. Es una comunión personal en la que caben la palabra, la música, la pintura, la emoción...Es algo que estoy intentando hacer con Carmen -la ópera de cornetas y tambores con la que ha realizado 260 representaciones en 12 países y que han visto más de 300.000 espectadores- y que consiste en crear intimidad en una plaza de toros, es llevar emoción al hecho teatral. Si lo consigo podremos hablar de un teatro andaluz inimitable. P. Lo que usted intenta iría entonces ligado al mundo del toreo... R. Si, bastante. Hemos ofrecido Carmen en tres plazas de toros con el rejoneo de un toro insertado en el espectáculo. Si consiguiera meter a tres toros lo consideraría la culminación de un proceso de 26 años de trabajo. En el toreo hay cierta falta de ritmo que es posible compensar con tiempos dramáticos. Estoy convencido que el camino pasa por acercar el teatro al arte taurino. P. ¿Hay peligro de que la cultura andaluza se cierre a lo que le llega del exterior y caiga en la trampa de los nacionalismos? R. La identidad cultural no se puede convertir en una ideología partidista, como ha ocurrido en Cataluña. No se puede confundir la identidad con el chovinismo pseudonacionalista. Cuando se usa el teatro en nombre del nacionalismo no se va más allá de un espectáculo parlanchín, literario y pequeño burgués. El teatro andaluz tiene que estar lleno de nuestra cultura, no se puede hablar peyorativamente de las expresiones vivenciales de los pueblos. Pero también hay que evitar los espectáculos de bisutería folclórica que tanto nos han deformado y contra los que La Cuadra lleva 26 años luchando. P. ¿Continuarán llenándose los teatros en el siglo XXI o se verán desbancados por las nuevas tecnologías? R. El público andaluz seguirá llenando los teatros y creo que se terminará superando ese modelo literario pequeño burgués que tanto daño nos ha hecho. Para mí, la forma de ganar esa batalla no pasa por la incorporación a la escena de las nuevas tecnologías. P. Su personaje de Carmen es totalmente distinto al que creó Merimée. A juzgar por los resultados, parece que la deconstrucción del tópico ha sido todo un acierto, ¿es una línea en la que piensa abundar? R. Si, tengo intención en seguir profundizando en estudio de personajes tópicos para presentarlos como realmente fueron. En enero del año próximo decidiré si comienzo a trabajar en el mito de Don Juan o en el torero rondeño Pedro Romero. Creo que es mejor que montar a Shakespeare o a Moliere, sobre todo porque hay gente que lo hace mucho mejor que nosotros. P. ¿Qué propondrá usted en el foro Andalucía Nuevo Siglo cuando se reúna el próximo octubre? R. Mi recomendación principal es que no tenemos que inventarnos una realidad multicultural para el nuevo siglo, sino reencontrar la que teníamos en el pasado. Volver al mestizaje que antes definía nuestra forma de vida.

"El teatro debe convertirse en una experiencia común, en una relación de piel a piel"

Salvador Távora Sevillano, 64 años. Director de escena. Fundador de La Cuadra en 1972. Medalla de Oro de las Bellas Artes (1985). Premio Andalucía de Teatro (1990).

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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