A lomos de la nostalgia

En los años de abundantes nieves, los pastos son generosos en las peladas cumbres estivales de Sierra Nevada. Durante décadas, y posiblemente siglos, los pastores granadinos, e incluso de las provincias colindantes, han subido sus vacas a la montaña cuando en las vegas ya no quedaba hierba que ramonear. Ahora, las bestias llegan a los prados cómodamente, en camiones. Pero hasta finales de los años ochenta, los vaqueros recorrían a pie las vías pecuarias con sus animales. Ocho días llegaban a invertir en desplazar los hatos desde Córdoba hasta Pradollano. Nono Escobar ni es pastor ni guarda relación alguna con las vacas. Lo suyo son los caballos. El empeño de este granadino, afincado en Sierra Nevada desde hace 25 años, es recuperar los caminos pecuarios de la sierra granadina, hoy en desuso y, algunos, anexionados ilicitamente a propiedades privadas. En verano, la sierra granadina ofrece una amplia oferta turística y Nono contribuye a ella con paseos y rutas a caballo. Adapta cada una de ellas al tiempo y las condiciones físicas del visitante y trata de que todas resulten atractivas desde el punto de vista histórico y paisajístico. "La Ruta de los Ganaderos coincide en gran parte del itinerario con la de los Neveros, que subían en verano a por nieve. Se hace, con ida y vuelta, en un día y llega hasta el río Dúrcal", explica Nono, que inicia todas las excursiones en el Parador Nacional, a más de 2.000 metros de altitud. La mayor parte de su clientela está compuesta por niños y jóvenes de los campamentos y escuelas de verano, aunque no faltan extranjeros y españoles de otras regiones. "Sierra Nevada ofrece paisajes diferentes, valles amplios, mucha agua y sobre todo frescor. Aquí rara vez se superan los 30 grados en verano", enumera algunos de los atractivos de las rutas. Senda de los tahoneros Nono conoce la sierra al dedillo. No en vano ha sido montañero y monitor de esquí. "Otra de las excursiones interesantes es la de los Panaderos", relata. "Se llama así por los tahoneros que subían hasta aquí a por leña para sus hornos. Recogían piornos, el matorral autóctono, que una vez secos daban buena lumbre". La ruta discurre por encima de los valles de los ríos Dílar y Monachil, entre robledales, pinares y algún que otro tejo. Casi todas las salidas que propone Nono duran un día, pero también organiza excursiones de media jornada "como la de los Lagunillos de la Virgen" o de hasta tres días, que llegan a Salobreña, en plena Costa Tropical. "La más solicitada es la ruta de Trevélez, porque es ideal para un fin de semana y a todo el mundo apetece catar unos taquitos del jamón del lugar". Mientras recorre los vericuetos que conducen a las Alpujarras, Nono apunta anécdotas como la de Manolo El Sartenes, el último romántico necesitado que plantaba patatas para semilla por encima de los 2.000 metros o como la de Juan de Dios El Jabonero, posiblemente el último nevero que bajó hielo a la capital granadina. Esforzados de labores ya desaparecidas que perviven en la memoria gracias a cronistas de Sierra Nevada como él.