Derrota

JAIME ESQUEMBRE Hoy es el día en que podremos comprobar que, supuestamente, la autonomía de un municipio está por encima de las imposiciones de administraciones superiores empeñadas en manejar a su antojo a quienes creían fieles vasallos, defensores de ignotos e inconfesables intereses. Hoy, el Ayuntamiento de Alicante aprobará, presumiblemente, un importante proyecto que determinará el desarrollo urbanístico del ensanche de la ciudad. Hoy, el alcalde confirmará su victoria frente al poder emanado del pueblo que sienta sus reales en Valencia, sacando adelante una propuesta que no agrada al Consell. El pulso se ha mantenido durante semanas, pero que nadie se lleve a engaño: la victoria de Luis Díaz Alperi será también la más sonada de sus derrotas. La definitiva. En esos foros de debate que los periodistas llamamos mentideros políticos, se afirma hasta la saciedad que su carrera ya tocó techo, que no repetirá como candidato, y que con él morirán cuantos se han mantenido fieles a su dictado. Naturalmente, no habría que dar crédito a esos comentarios si partieran de posiciones políticas diferentes, pero apunto como matiz importante que esos, precisamente esos, ahora no hablan. Son sus compañeros quienes redactan la esquela, y ponen todo el empeño en que se publique. Víctima de una educación que comparte y promociona, de un modo de entender la vida pública que ha favorecido, ya se sabe que en las filas del PP quien desobedece al progenitor queda indefectiblemente desheredado. Hoy, cada mano que se alce para apoyar su propuesta urbanística, aportará una paletada de tierra que caerá sobre su oronda figura. Paralelamente, en Valencia accionarán la palanca del volquete. Díaz Alperi lleva tres años librándose de las denuncias e investigaciones judiciales promovidas por la oposición para esclarecer su pasado y presente empresarial. Ha salido tan airoso como quemado, y su partido ya ha dictado sentencia. Es un mal empresario y, por ende, un mal alcalde.