JUANMA COSTOYA PERIODISTA Y TROTAMUNDOS
"Es rarísimo ver a un viajero auténtico; son como los misioneros"
Juanma Costoya, un vitoriano de 30 años, es periodista de profesión -aunque parado- y trotamundos de vocación. Vive y trabaja para viajar. Su última etapa ha durado ocho meses y ha transcurrido por el Asia continental: Nepal, India, Tailandia, Laos, Vietnam y Camboya. Normalmente solo, aunque también en camión junto a una expedición española. Marchó con 600.000 pesetas y ha vuelto con 150.000, sin trabajar ni privándose de hacer una vida normal. "Viajar es barato", asegura. Antes recorrió en bicicleta el Cantábrico, Cuba, Turquía y Creta. Su próximo objetivo lo ha trazado en Oriente Medio. Pregunta. ¿Qué le lleva a hacer este tipo de viajes? Respuesta. Las motivaciones son distintas para cada uno. Viajar es como leer. Me imagino que uno lee no por un afán de conocimiento, sino para pasárselo bien y aprender algo de ti mismo. Fuera de casa, solo, a miles de kilómetros, aprendes más cosas de ti mismo que en ninguna otra parte. P. ¿Cuál es la característica común a los trotamundos? R. Tal vez la única sea la curiosidad. Pero viajar es como estudiar. A unas gentes les permite abrirse y hacerse más tolerante, mientras que otros son incapaces de descolgarse de lo que han dejado atrás y solamente viajan para comparar lo mal que están aquellos países en relación con el suyo. En un trekking en el Himalaya me encontré con un hombre de casi 80 años, George Fedor. Él era el fotógrafo de Hillary cuando ascendió por primera vez el Everest, pero no pudo hacer la foto. Se quedó a 200 metros de la cumbre porque no había bombonas de oxígeno para todos. Hay que tener mucha curiosidad para, a su edad, ir al Himalaya a hacer un trekking. Cambias la curiosidad por la comodidad. Pero no todo el mundo es así. Mucha gente va a Tailandia a hacer turismo sexual, y para seguir viendo la liga de fútbol, el Daily Mirror y bebiendo cerveza. Hay muy pocos viajeros. Ser viajero es muy difícil. No es alguien que se coge la mochila y se va ocho meses fuera. Hay que tener vocación. Es como ser misionero. Es rarísimo ver a esa gente. P. ¿Usted se considera viajero? R. No. Estoy en las antípodas. Normalmente todos los que andamos por ahí somos turistones. Venimos más flacos que el resto, pero eso del viajero es un mito, una medalla que se coloca mucha gente. He conocido a muy pocos. P. ¿Qué ha aprendido en estos ocho meses? R. Quizá la capacidad de pueblos que han sufrido y todavía sufren muchísimo, como Camboya. Allí cada familia tiene docenas de desaparecidos. Esa gente es muy agradable. Están todo el día riendo. Quizá tenga algo que ver la religión, el budismo, para aceptar su fatalidad. Laos, el país más bombardeado del mundo, sigue registrando un accidente de minas cada dos días. Sin embargo, la gente es agradabilísima. Ellos te consideran "gringo" porque no saben situar Europa en el mapa. Pero son muy amables. Me pongo en la situación contraria, que Vitoria fuera la ciudad más bombardeada del mundo y que quienes la hayan destrozado vuelvan 20 años después. Supongo que la gente de aquí los recibiría a pedradas. Es una mentalidad distinta. P. Diga una diferencia entre ambas culturas. R. Creo que ellos son mucho más felices que nosotros. Al llegar he visto aquí una sociedad crispada. Las primeras horas te choca esa diferencia. Vengo de un país donde habían pisado una mina y jugaban al voleibol y se reían porque la prótesis no les servía. P. ¿Suscribe la frase que dice que los nacionalismos se curan viajando? R. A mí no me gustan. Es importante saber de dónde viene uno. Pero tengo la impresión de que los nacionalismos son de doble filo. Es estupendo tener una lengua y una cultura propias y no perderlas. Pero mirarse todo el día al ombligo es agotador. P. Usted también tiene relación con Manuel Leguineche. ¿Lo considera un ejemplo? R. Él es el decano de los periodistas que han viajado. Tengo la inmensa suerte de conocerle personalmente y siendo como es una persona que ha tratado con tanta gente también trató conmigo, con lo cual implica que es una persona muy abierta. Las cosas han cambiado mucho en los últimos años. Ellos fueron mucho más afortunados. Ahora el mundo es más pequeño. Antes había hueco para todos.
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