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"Lo mejor está por venir"

Miquel Alberola

Pregunta. Hace tres años que entró en este despacho para dirigir desde esa mesa el Consell. ¿Cómo fue ese primer día? Respuesta. Fue un día en el que, después de recibir la investidura de las Cortes Valencianas, me desplacé hasta aquí, donde me estaba esperando Joan Romero, y toda la documentación que se me facilitó fue una carpeta estrecha y pequeña en la que había, exclusivamente, algunas referencias a la Comisión 3 que presidía Joan Lerma. Ese fue el inicio de una gestión maratoniana con todo el mes de agosto trabajando en Valencia para poder tomar el pulso de una Administración compleja. P. ¿Le dejaron muchas minas? R. No creo que me dejaran la situación a propósito. Descarto la mala intención, entre otras cosas porque el Partido Socialista no esperaba perder las elecciones. Pero sí que es cierto que heredamos una Administración tremendamente compleja desde el punto de vista de los compromisos adquiridos, la inmensa mayoría de ellos sin cobertura presupuestaria. No es cuestión ahora de recordar aquellos debates sobre los agujeros, ni pasa por mi cabeza reiterarlos, pero había una financiación educativa deficitaria; un déficit evidente en la sanidad pública, con un número importante de facturas guardadas; un plan de financiación de universidades firmado, pero sin cobertura presupuestaria, con unos compromisos adquiridos que tenían difícil solución... Eso había que hacerlo compatible con una serie de proyectos que nosotros traíamos. Fueron meses muy difíciles y complicados. P. ¿La ayuda de Rafael Blasco fue imprescindible para tomar las riendas al asunto? R. Imprescindible, en la vida, no hay nada. Ni siquiera yo, que soy el presidente. Pero qué duda cabe que tengo una serie de colaboradores que hemos trabajado con mucha ilusión. Si destacar a Blasco es destacar, conjuntamente, a un grupo de personas, pues es verdad. Si es destacarlo por encima de otros, no. P. El pacto con Unión Valenciana (UV) estuvo a punto de no firmarse. ¿Fue así? R. Difiero. Se pintó más dramático de lo que realmente sucedió. En ningún momento creí que no se firmara. Dificultades, las hubo, pero nunca vi peligrar el pacto. Nunca tuve la sensación de que no iba a ser presidente de la Generalitat. P. ¿Peligra más ahora que entonces? R. Tampoco tengo esa sensación. El debate con UV ha tenido algún grado de dificultad mayor, pero estoy convencido de que a través del diálogo se pueden solventar todos los problemas. P. UV es cada día más beligerante con el PP. ¿No se agotará antes su paciencia que la legislatura? R. Mi paciencia es infinita. Llevo muchos años en política y me he acostumbrado a que una de las virtudes es tener grandes dosis de paciencia y de reflexión antes de tomar decisiones. Dicho eso, puede que esa situación que usted describe sea verdad y tengamos que vivir episodios más intensos de cara al proceso electoral, pero eso es lógico. P. Sin Lizondo, la relación con UV ¿es más fácil o más difícil? R. Las relaciones personales nunca son iguales y siempre tienen ventajas e inconvenientes. No quiero graduarlas en el sentido de decir que una es mejor y otra peor. González Lizondo tenía una serie de virtudes y defectos, como los tengo yo, Héctor Villalba o cualquiera. El plano de la relación es distinto porque las personas somos distintas. Conmigo se negocia de una forma y si aquí estuviera Manolo Tarancón o José Luis Olivas o cualquier otro, pues tambien sería distinto. P. ¿Tiene posibilidades alguno de estos dos de sucederle? R. Confío que todos tengan posibilidades después de cuatro años más, que son los que aspiro a estar yo. Confío que no tengan ninguna posibilidad de aquí al año que queda. Después de la siguiente legislatura, si tengo la fortuna de volver a gobernar, se tiene que abrir un proceso en el PP para decidir quién es el mejor candidato para sustituirme. No conozco las ambiciones de mis compañeros: nadie las ha expresado. P. ¿La memoria de Lizondo es más patrimonio del PP que de UV? R. No. Todos tenemos la obligación de contribuir a no utilizar las personas que nos han dejado. Desde luego yo no lo intento. Si acudir a un acto de homenaje a Lizondo, es intentar patrimonializar su imagen, no estoy de acuerdo. González Lizondo ha pasado, tras su fallecimiento a ser patrimonio de la Comunidad Valenciana. Como lo son todas las personas que han desaparecido: Sánchez Ayuso, Manuel Broseta, Fernando Abril Martorell, Joaquín Muñoz Peirats... P. ¿Joan Fuster no? R. Joan Fuster también, por supuesto. A Joan Fuster es que no lo pude conocer. En mis años de actividad política en UCD conocí mucho a más a los que le he citado. P. A menudo, cuando realiza un ejercicio de balance, destaca una frase suya que asusta a algunos: Lo mejor está por venir. R. Es que es verdad. Insisto: lo mejor está por venir. Hemos sentado las bases del futuro de forma razonable. Hemos perdido tres años diseñando proyectos y tomando decisiones que tienen que empezar a dar sus resultados. El hospital de Alzira, por ejemplo. Se han escrito ríos de tinta sobre la cuestión, pero cuando de verdad se van a ver los resultados es a partir del próximo otoño. Cuando se van a valorar los colegios que estamos construyendo es cuando abran sus puertas. Lo mismo ocurre con el hospital de La Plana, con la Ciudad de las Artes y las Ciencias, la Ciudad Cultural de Castellón, la Ciudad de la Luz de Alicante, el parque temático. Cuando el empleo que estamos generando empiece a generar riqueza va a ser a partir de ahora. Y estamos trabajando en otros proyectos como el AVE, la autovía de Madrid, la de Alicante-Cartagena, la de La Plana o la de Somport. Hemos sentado las bases del desarrollo futuro. P. Su Gobierno también ha sido el de la hepatitis C. R. Pero no porque haya tenido ninguna responsabilidad en ello, sino porque durante mi Gobierno ha sucedido la situación desagradable de la hepatitis C y muchas otras cosas que no han sido agradables. Hay que comprender que en una responsabilidad como ésta no todo pueden ser buenas noticias. Nuestra actuación ha sido correcta y eso es perfectamente compatible con que los ciudadanos puedan percibir que hay que tomar decisiones para que estas situaciones no ocurran. P. Los expertos dicen que un centenar de contagiados se deben al anestesista Maeso, pero en el juzgado hay 400 denuncias. ¿De dónde sale el resto? R. En estos temas se puede hacer el alarmismo y la demagogia que se quiera, pero hay una tasa de prevalencia en toda España, que supone una cifra altísima. En ese ejercicio de demagogia que yo me niego entrar podría sacar listas de afectados del año 84, pero ¿qué quieren, que diga que esos casos eran producto de una mala política del PSOE? Me parece absurdo. Una cosa es la tasa de prevalencia y otra cosa es un brote delimitado en el tiempo y en el espacio. P. El plan de choque nació como una medida coyuntural en el año 1996 para terminar con las listas de espera, objetivo que todavía no ha cumplido. ¿No se ha convertido ya en un plan estructural? R. No quiero que se convierta en estructural. Los hospitales públicos son capaces hoy de atender a más gente y de reducir las listas de espera. Nosotros heredamos unas lista de espera en las que había 55.000 personas: hoy está en 11.000, luego la hemos reducido. El plan de choque ha servido para reducir las listas y para que los hospitales públicos intervengan más y no se vea ampliada la lista. Y se olvida una cosa fundamental del plan de choque: es voluntario. A nadie se le obliga a que se opere en una clínica privada. P. Durante estos años ha tenido dos bestias negras: Andrés Pedreño y Eliseu Climent.R. No tengo bestias negras, lo que pasa es que soy sincero y cuando tengo que decir las cosas, las digo. Soy capaz de llegar a acuerdos con todo el mundo que quiere entenderse conmigo. ¡Cuántas personas hay que estaban en contra de que llegara el PP al poder y hoy son colaboradores! A Eliseu Climent se le ha caído el sombrajo. Durante mucho tiempo ha querido vivir del miedo a que pudiera llegar el PP. Financió, o hizo de intermediario, una campaña que decía: ¡cuidado que vienen éstos! Sin embargo, la convivencia es mayor que nunca en materia lingüística y cultural. Lógicamente, él tiene que continuar manteniendo ese pulso, pero ya no se lo cree nadie. A Pedreño lo respeto profundamente como rector de la Universidad de Alicante, que es la mía. Su obligación es defender a la universidad que representa y mantener una tensión con la Administración para obtener más recursos, pero a estas alturas está claro a lo que juega Pedreño. No nos vayamos a equivocar: está en los actos de las primarias socialistas; es él quien se hace fotos con los candidatos socialistas; es a él al que propone el PSOE para ocupar un cargo en la CAM; es él el que cede su discurso académico para hacer otro tipo de valoraciones. Mucho me cuidaría de decirle a un rector cómo tiene que dirigir el campus, pero tampoco me gusta que desde un rectorado me digan la política que debo hacer. P. ¿No tiene nada que ver con esto que no llegue el dinero a la Universidad de Alicante? R. A la Universidad de Alicante le llegan los mismos porcentajes que a las demás. Pero mientras que hay personas que intentan pactar una financiación, hay otros que lo instrumentalizan políticamente. P. El dictamen del Consell Valencià de Cultura sobre la lengua no ha entusiasmado ni a Esquerra Unida ni a UV. R. Ni al PSOE ni al PP. Ni a la Universidad ni a la Academia de Cultura. Y ahí radica su éxito. P. ¿No existe el peligro de cerrar en falso el conflicto? R. Para nada. Quien pensara que un acuerdo exigía vencedores y derrotados, no estaba pensando en un acuerdo. Al margen de posiciones, todas legítimas, lo que se ha intentado es que haya un organismo que emane del Estatuto, votado por las Cortes Valencianas y que sea capaz de dictaminar sobre la lengua que hablan los valencianos. Desde el punto de vista formal no puede tener rechazo esa cuestión. Y ya se han acabado los debates sobre injerencias y sobre estrategias que muchos han utilizado en beneficio propio. El proceso no ha finalizado y quiero ser prudente para que el pacto llegue al final. No como otros, y no me estoy refiriendo a los políticos solamente, que se están dedicando a poner elementos de debate que son falsos para que el pacto no salga. He leído alguna tontería importante en estos días sobre las presiones de Aznar y Pujol. P. ¿No ha intervenido ninguno de los dos en el proceso? R. Le puedo asegurar categóricamente que no. Es más: nadie podrá acreditar lo contrario. Ha habido una discusión fundamental en el seno del Consell Valencià de Cultura, que ha estado acompañada de alguna intervención política, que en lo que a mí respecta he intentado mantener en secreto, para que el acuerdo fuera posible. Pero cuando me he reunido o hablado ha sido con ciudadanos valencianos. P. ¿A partir de ahora el valenciano tendrá más presencia? R. Ya la tiene. Hoy hay más líneas en valenciano que cuando llegué al Consell. Y ahora, no va a ser elemento de confrontación. P. Hay gente que se pregunta cuánto dinero nos cuesta el pacto lingüístico. R. Es una pregunta mezquina, ruín. Quien mantiene eso desea que no se resuelva el problema. Hay algunos que han estado diciendo durante mucho tiempo que el pacto era necesario, y cuando es posible llegar a él, ponen sobre la mesa elementos desacreditadores para devaluar el pacto. P. Del mismo modo que se nota este ruido, se nota mucho algún silencio. ¿Alguien se lleva tajada por su silencio? R. Me parecería vergonzoso que alguien puediera poner esa sospecha encima de la mesa. Me parece ruín ese planteamiento. Lo que pasa es que hay muchos que se les deben remover las tripas de pensar que puede haber un pacto lingüístico con el PP en el gobierno. P. La oposición dice que cada vez que tiene problemas aquí se va de viaje. ¿Es la piedra angular de su política exterior? R. Si después de tres años de una gestión cargada de acontecimientos, todo lo que tiene que dercir es eso, estoy feliz. Les molestará que yo sea presidente de la Comisión 1. Pues lo siento. Lo que me molestaría es que los empresarios que me acompañan me dijeran: Esto no vale para nada. Pero me reclaman más que me prodigo. P. Según la publicación Valencia en feria, sólo la mitad de los empresarios encuestados aprueba la operación Julio Iglesias. R. No conozco los términos de la encuesta. Lo que puedo asegurar es que la mayoría de empresarios que han utilizado el Ivex para promocionar sus productos están encantados con esta fórmula. Julio Iglesias es un vehículo que los empresarios creen útil para facilitar su labor en el exterior. Y nada más. P. ¿Hay datos al respecto? R. El efecto es tremendamente positivo. Cuando vamos a Tokio hay 40 televisiones. Si eso permite que los empresarios puedan colocar su mensaje y que la Comunidad Valenciana pueda tener mayor notoriedad, me parece útil. P. ¿El plantón dado a los empresarios japoneses tiene una justificación? R. Es rigurosamente falso ese plantón. Yo estaba simultaneando la presidencia de la delegación valenciana con una feria que presidía el príncipe de España. Mi intervención estaba prevista en los postres de la cena y me disculpé con las personas que me acompañaban en la mesa para poder acudir a otro acto. Que no se les informara a los periodistas puede ser un fallo de los servicios de prensa, pero no un plantón. P. Terra Mítica es su proyecto emblemático... R. Es emblemático como tantos otros. Es un compromiso político que asumí hace dos años. Me dijeron que era imposible y ya casi es una realidad. Se creían que era una cortina de humo, como hacían los gobiernos anteriores. Es un proyecto que sirve para dinamizar un sector que está especialmente implantado en la provincia de Alicante. El problema de muchos políticos es que no tienen una visión global de la Comunidad Valenciana. Yo creo tenerla de verdad. Un parque temático es un revulsivo para la oferta de aquella zona. Como lo será para Valencia la Ciudad de las Artes y las Ciencias y para Castellón el proyecto cultural. Nunca se había hecho tanto en una legislatura. P. La Universal ha anunciado una inversión en Port Aventura de 250.000 millones. Sin embargo Terra Mítica no ha conseguido ningún socio de esta envergadura. R. Porque no hemos querido. Todos estos socios que se anuncian para otros parques tardarán infinitamente en materializarse. Vamos a ver cuándo se concreta. Hace un año que oí que alguna multinacional entraba en el parque de Madrid. ¿Cómo va aquello? ¿Cuándo se va a concretar? ¿Con qué diseño? Cuando nosotros hablamos con las multinacionales, todas manifestaron su apoyo al proyecto, pero nosotros queríamos hacerlo ya. Y ellos necesitaban un tiempo de maduración demasiado largo. El factor tiempo era fundamental por diversos motivos: había que ganar a otros territorios adelantados en la competencia, y los ciudadanos ya no se creían nada. Vivían de las promesas permanentes y si no hubieran visto las máquinas hubieran pensado que los políticos seguían engañándolos. P. Hay un cuñado suyo al frente de las compras de Terra Mítica. ¿No se fía de nadie que no sea de su familia? R. No ocupa ese cargo. P. ¿No administra 15.000 millones? R. No los administra y se ha dicho de forma malintencionada. Es asesor jurídico de la sociedad y en tal cargo actúa. Pero por la propia naturaleza de la empresa, con una comisión ejecutiva con capital privado, nadie permitiría que alguien pudiera ser el responsable de las adjudicaciones. Hay personas que han metido su dinero y tienen su poder de decisión . P. No se si es ético, ¿pero resulta estético que un cuñado suyo esté en un proyecto emblemático de la Generalitat? R. Hay determinados cargos de confianza de la Administración que requieren capacidad de confianza. Yo no me he caracterizado por fomentar este tipo de acceso a cargos públicos de personas cercanas. Pero dicho eso, ¿quién tiene que ser mi jefe de gabinete? ¿No querrán que ponga a una persona de la oposición? Nadie pone en los cargos de responabilidad última a enemigos. Y me someto a todas las críticas que quieran, pero no a que se desvirtúe la verdad. P. Los analistas más benévolos dan por muerto, políticamente, a Luis Díaz Alperi por el pulso urbanístico que mantiene el Consell con el Ayuntamiento de Alicante. R. No hay pulso y me reiré cuando todos confirmen su error. No hay absolutamente nada. Pero es que además cuando Luís Díaz dice que se lleva de maravilla con el presidente y con Ripoll, dicen que lo presionan para que lo diga. Nunca ha habido la más mínima presión. Pero hay que darle una lectura interesada. Luis Díaz es amigo mío desde la época de UCD. Perdóneme el ejercicio de sinceridad, que no es prepotencia: fue candidato y es alcalde porque yo quise. Cuando ha tenido momentos de dificultad ha tenido a todo el partido arropándolo, y los resultados nos dieron la razón. Lo que pasa es que algunos quieren mantener estrategias forzadas que no responden a la realidad. P. A raíz del pacto contra el transfuguismo los socialistas de Benidorm han pedido que el Ayuntamiento destituya a Maruja Sánchez, la concejal tránsfuga que facilitó su llegada a la alcaldía para certificar este acuerdo. R. La congruencia es absoluta: al mismo tiempo que respaldan una moción de censura con un tránsfuga en Jalón, van a votar en Peñíscola o avalan en La Font de la Figuera la pérdida de nuestra alcaldía con un tránsfuga del PP. No me alegro de estas noticias pero tiene una parte positiva. Si después de siete años de aquello, si después de mayoría absoluta del PP en Benidorm y de un resultado espectacular en las autonómicas, si después de tres años de gestión al frente de la Generalitat, si después de mil debates de esa naturaleza todo lo que tiene que decir la oposición es que Maruja Sánchez trabaja en un cargo de confianza del Ayuntamiento de Benidorm, yo me doy por satisfecho. Esa circuntancia fue conocida, valorada, considerada, denunciada, explicada. Yo asumo hasta la última coma de mi historia. Se podrá estar de acuerdo conmigo o no pero no se podrá decir que soy una persona oscura. Soy transparente. Si todo lo que tienen que decir es eso, es que lo estoy haciendo bien. P. ¿Está orgulloso de cómo ocurrió? R. Hay circunstancias que nunca me enorgullecen. siempre estoy en contra del transfuguismo, y en aquel momento hice una oferta pública a Lerma de no aceptar la alcaldía si el Partido Socialista no aceptaba otras alcaldías con mociones de censura a base de tránsfugas. No estoy orgulloso pero no me dejaron otra opción. Mi situación política era cómoda a más no poder. Todo eso que se ha dicho del trampolín de la alcaldía es absurdo porque yo tenía el mejor trampolín: era el portavoz de la oposición en las Cortes Valencianas, que es a lo que aspira cualquier candidato a la presidencia de la Generalitat. Y renuncié a ese cargo para irme de alcalde a Benidorm.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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