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EL MÉDICO EN CASA

A las orugas, ni las toque ni las huela

Ya hemos dicho aquí que andar ligero de ropa por el campo es una temeridad; desde luego, no es lo más recomendable. Pero, si encima usted se baña en el río o en un pilón, y no se seca, aténgase a las consecuencias. A los tábanos, como a las abejas y a las avispas, los cuerpos mojados les encantan. Póngase una camiseta. Si persisten en atacarle, es que, probablemente, algo va mal; quizá haya un avispero o una colmena cerca; ¡aléjese! Ni que decir tiene que intentar acercarse, manipular o eliminar el hogar de estos insectos, es provocar el peligro; seguro que saldrá con varias picaduras de allí. En el campo, sea prudente. No intente eliminar a sus enemigos; lo que ha de hacer, si descubre que hay hormigas, procesionarias u otras especies de animales, de ésas que usted considera insoportables, es alejarse. El mundo es muy grande y, de momento, hay sitio para todos; además, ellos llegaron allí antes que usted. Por eso, en el pinar, si se encuentra con orugas, déjelas en paz y busque otro lugar para pasar el día. Evite que sus pelos urticantes le toquen; ni siquiera las huela. Y, por supuesto, no deje que estos gusanos entren en contacto con los alimentos. Pero, si al final se empeña y molesta a las orugas, lo más probable es que la piel se le enrojezca, inflame, y sienta picores y escozor, al menos durante 24 horas. También pueden provocar conjuntivitis por dispersión aérea de los pelos urticantes. Y si las ingiere le provocarán gastroenteritis. Olerlas simplemente le acarrearán complicaciones de nariz y alguna alergia. Para extraer los pelos urticarios adheridos a la piel, nada mejor que el esparadrapo. Lavarse con un antiséptico tampoco viene mal. Dese una loción de hiposulfito sódico al 50% y, si la cosa se complica, acuda al médico, que es lo que deberíamos hacer siempre, y casi nunca hacemos. No lo deje para luego.

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Balerma, paisanaje doméstico
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