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El desembarco Picasso

El pasado miércoles, de la mano de Christine y Bernard Picasso, nuera y nieto del pintor malagueño, y del presidente de la Junta, Manuel Chaves, y la consejera de Cultura, Carmen Calvo, se presentó en sociedad el que será el primer museo de Picasso creado tras la muerte del pintor el 25 de octubre de 1973. Unas instalaciones que además de suponer una riqueza inesperada para Málaga, cierra un círculo de desencuentros entre la ciudad que vio nacer al mayor genio plástico del siglo XX y a este hijo pródigo. Un Museo fruto de una donación, un regalo sin precedentes. El centro será un símbolo de regreso a la tierra prometida, con 182 obras procedentes de las donaciones de Christine y Bernard (133 piezas) más los préstamos de ambos. Como dejó claro el nieto del pintor, dueño de la mejor colección privada de Picasso del momento (la mayoría de las obras que posee no han sido vistas en público), los préstamos se renovarán cada diez años sin límite en el tiempo. 13 salas La colección se distribuirá a lo largo de 13 salas del remodelado Palacio de Mollina o Buenavista, una casa solariega de 1530 que prescindirá del patio mudéjar añadido en los años 50 por Enrique Atencia. Las necesidades de espacio del museo ya se han puesto en evidencia antes de comenzar. La Junta ya ha adquirido dos inmuebles anexos al Palacio y la idea es continuar esa expansión en los alrededores. Biblioteca, videoteca, oficinas, salas de exposiciones temporales (con capacidad para albergar 130 pinturas de gran formato) se enclavarán en estos nuevos edificios que se irán abriendo por fases. Las reformas del palacio, donde ahora se están efectuando catas arqueológicas en su subsuelo que han sacado a la luz restos romanos, árabes y fenicios, afectarán a la entrada que cambiará la disposición actual donde se creará una tienda, un guardarropa y un despacho de entradas. Las salas de la colección permanente, que transformarán su pavimento por uno de terracota roja hecho a mano, mantendrán bastante su disposición actual, cerrando algunos vanos, eliminado arcos añadidos entre estancias, manteniendo artesonados y puertas de madera y combinado luz natural con artificial. En los sótanos se instalarán los departamentos de restauración, almacenes y la puerta de acceso a obras de arte y maquinaria. En la planta baja, además de la colección habrá una sala de proyecciones y de conferencias, un patio con una cafetería y sala de lectura y la posibilidad contemplar los archivos fotográficos y películas de la familia sobre Picasso, algunas de ellas inéditas. Las cuatro salas de la planta baja, ordenadas como el resto del museo de forma cronológica salvo las salas monográficas de cerámica (VI) y obra gráfica (XIII), arrancan con los retratos familiares realizados en torno a la última década del siglo (sala I) y acaban antes de los años 40. En la sala II destacan la impresionante maternidad clásica prestada por Bernard o el retrato de 1917 de Olga Koklova, abuela de Bernard, con mantilla. En la tercera se recoge la obra cubista y retratos clásicos realizados en óleo o papel entre los primeros años del siglo y 1923: dibujos o naturalezas muertas donde destaca una cabeza de arlequín al óleo de Bernard casi desconocida. La sala IV recoge su cuaderno de dibujos, un óleo de la época de retratos-escultura y retratos de Dora Maar o el óleo donado por Christine de Mujer con los brazos abiertos de 1939. De ahí se sube a la segunda planta, donde además de la sala de cerámica y pequeñas esculturas donde habrá cerca de una veintena de piezas, se agrupan retratos de las distintas mujeres picassianas (Dora Maar, Françoise Guillot, Jacqueline Roque, en las salas V, VII, IX), los hijos del artista (Paloma o Claude en la sala VIII), bodegones y vanitas con aire entre cubista y expresionista o esculturas y pinturas de animales picassianos como el búho, los gatos o las palomas (salas VII, IX y X), para culminar con las últimas obras del pintor realizadas en los años setenta. La sala de obra gráfica, donde no se podrá exponer toda la obra en su conjunto, cierra el recorrido oficial del Museo. En ella debería exponerse el famoso Legado Sabartés, donado al Museo de Bellas Artes de Málaga en los años 50 y 60 por el secretario del pintor y que ha estado siempre asociado al Museo de Bellas Artes de la ciudad. De momento el Ministerio de Cultura aún no se ha pronunciado sobre cuándo cederá esta colección.

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