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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Calor evitable en calles y vivienda

Hace calor, mucho calor, muchísimo calor. El suelo gris de las aceras arde al sol, el negro asfalto de las calzadas, más todavía. No hay árboles, no hay sombra en la calle; son las cinco de la tarde y todo bicho viviente (incluido, claro está, el ser humano) se esconde como puede en el refugio de su vivienda. Imposible dormir, descansar, vivir. Salvo si se habita una de esas casas antiguas, de gruesos y macizos muros que absorben, acumulan y retardan más de diez horas el acceso del calor al interior, en espera inteligente y oportuna de que se refresquen a la puesta del abrasador e implacable sol, permitiendo así burlarse del infierno.Algunos pensarán que es inevitable, y que no hay más apelación e indulgencia que la que nos ofrezca un buen aparato de aire acondicionado(?), siempre caro de comprar y caro de mantener, además de infecto. Pero no es cierto en absoluto.

Habría que preguntarse, fundamentalmente los arquitectos, pero sin olvidarse tampoco de los promotores y los usuarios, ¿cómo es posible ser tan estúpidos, tan olvidadizos ante esta cruel, innecesaria y autoimpuesta realidad?, ¿es que nadie sabe y/o recuerda el conocimiento de los viejos, sencillos de aplicar y sobre todo baratos, dulces, ecológicos métodos de la arquitectura-bioclimática-integrada-medioambiental?

La orientación de las ventanas, su tamaño y protección, los muros de inercia térmica, los aislamientos, las cubiertas ventiladas y/o ajardinadas, las mallas de sombreo y/o las enredaderas vegetales, las ventilaciones cruzadas, las texturas y el color de los materiales de recubrimiento, los árboles de hoja caduca o no, el uso inteligente y sutil del agua.

Estos conocimientos están ahí, para su uso y disfrute por todos, y garantizan (bien empleados) un confort y una calidad de vida que ronda lo agradable y lo vividero. Pero ¿por qué no se utilizan, por qué no se exigen?, ¿es que estamos locos?

¡Ah!, y lo que se ha dicho para el insoportable calor del verano también vale para el insoportable frío del invierno.-

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