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La desencajonada llena el coso de Valencia

Un ligera brisa corría por los repletos tendidos, palcos y andanadas de la plaza de toros de Valencia. El rey de la Fiesta; el toro, iba a ser la única estrella invitada de la noche. La respuesta del público dejó bien a las claras que cuando hay toros en la Comunidad Valenciana nunca faltan los aficionados. También se apuntaron a la velada del lunes numerosos turistas, que perplejos y llenos de curiosidad, observaban a su alrededor las cuadrillas venidas de las comarcas limítrofes. Lo denunciaban los saquitos con els soparets. No faltaron botas de vino, ni els cacaus por si la noche se alargaba. El público, bullidor, amenizó la tradicional desencajonada haciendo la famosa ola futbolística que, en el ruedo, queda más espectacular que en los estadios. La noche invitaba pues allí, sobre el albero, simétricamente alineados estaban los cajones de transporte en los que viajaron hasta el coso los 24 toros que han de lidiarse en las cuatro corridas de la Feria de Julio. Allí no se iba a guardar el silencio, entre reverencial y dramático, de la litúrgia taurina. El personal estaba por divertirse y lo consiguió. En los prolegómenos José Casanova y Fernando López, alumnos de la Escola Taurina de Valencia, entretuvieron al respetable con la lidia y muerte de dos erales. Llegó el momento cumbre. Los astados, con su poderío y belleza, se hicieron amos del albero. Cajón tras cajón se desembarcaron las reses de las ganaderías de Manolo González y González Sáchez-Dalp, de Sevilla; Javier Pérez Tabernero, de Salamanca; El Torero, de Cádiz y de Cáceres llegaron los respetados Victorinos. El corralero de la plaza dispuso la adiestrada parada de cabestros para recibir a los morlacos. La tradicional desencajonada de Sant Jaume transcurrió sin peleas, habituales entre estos fieros animales. Reunida la camada sobre la arena, los mansos, al son del látigo que blandía el corralero, tomaban los chiqueros para alojar a los nuevos huéspedes en las corraletas de la plaza. Allí les esperaba de nuevo el silencio.

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