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IU y los barómetros

LUIS ÁNGEL HIERROA pesar de que la realidad pone de manifiesto el valor relativo de las encuestas, ningún partido político escapa a ese canto de sirenas que son los barómetros políticos. En nuestra comunidad, hoy por hoy, es IU el partido que está sometido, más que ningún otro, al encanto de los mismos. De hecho, mientras el PSOE se siente seguro de su posición, gracias a la gestión realizada; el PP navega en el rumbo definido hace ya dos años, cuando decidió olvidarse del voto andaluz por considerarlo irremediablemente perdido; y el PA recoge los frutos de su compromiso con la gobernabilidad de Andalucía, IU anda deambulando al son que marcan las encuestas. Cuando las mismas le dan como resultado una pérdida de votos, inmediatamente sus líderes salen a la palestra pregonando que están dispuestos a pactar con el PSOE para conseguir mayorías de izquierda en los ayuntamientos. Con ello evitan la percepción en los ciudadanos de la necesidad de un voto útil de izquierda para el PSOE y vuelven a recuperar parte de la intención de voto perdida. Eso sí, cuando esto ocurre, de inmediato vuelven a la carga con la teoría de las dos orillas y con su instinto más básico de intentar erosionar en todo lo posible la imagen de su competidor directo. El problema para IU es que la realidad es la que es y es tan tozuda como clarificadora: los miembros de la coalición prefieren otorgar el poder a la derecha antes que compartirlo con el PSOE. Es más, incluso están dispuestos a seguir gobernando en coalición con el PP, en aquellos ayuntamientos en los que lo hace desde 1995, antes que ceder. Y la realidad es que todo esto no tiene nada de casual. Anguita pactó con Aznar y en su pacto el objetivo fundamental era desalojar a los socialistas de todos los lugares que fuese posible. Pacto que se ha ido cumpliendo con todas sus consecuencias. Ahora bien, ya pronto llegan las elecciones municipales y veremos cómo escapa Izquierda Unida en aquellos lugares en los que, traicionando el espíritu de izquierdas, han pactado a la griega la pinza española.

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