El fantasma del racismo
Desde la muerte "absurda, tonta e imbécil", en palabras del párroco que ofició el funeral, de Salvador Mas Riquelme el pasado jueves por la noche, por las calles de La Vila Joiosa se pasea el fantasma del racismo. Aunque hay quien pretende achacar las responsabilidades por la muerte de Mas exclusivamente a su presunto autor, Luis M. M., las consignas vociferadas en las concentraciones y los comentarios entre los vecinos extienden la culpabilidad a todo el colectivo gitano del pueblo, al que pertenece el presunto asesino. "Donde no hay gitanos, no hay problemas", resumía, tajante, un joven que escudaba su afirmación en el hecho de que a Luis M. M. ya se le consideraba culpable de la muerte de un conductor en un accidente de circulación. El casco antiguo de La Vila Joiosa se ha convertido desde hace unos años en refugio de familias gitanas procedentes de otras localidades. El pueblo acusa al alcalde, Juan Segovia, de fomentar la llegada de estos grupos al pueblo ofreciéndoles viviendas gratuitas. El incremento en el tráfico de drogas con la llegada de algunas familias conflictivas procedentes del barrio alicantino de Mil Viviendas no hizo sino agravar la situación, y extender entre los lugareños la creencia de que "todos los gitanos trafican, porque todos son iguales". El último insulto que escuchó Segovia, ayer, antes de ser conducido a su casa tras ser agredido fue: "¡Alcalde, gitano!"
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