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Mujeres maduras

"¿Hasta qué edad le parecen atractivas las mujeres?", preguntó la entrevistadora, y aquel señor que apresuradamente tasaba la madurez de la periodista no se atrevió a responder. Dijo: "Una mujer puede ser atractiva a cualquier edad". Pero no era efectivamente esto lo que iba a decir o lo que francamente le habría confesado a un colega. Los tópicos populares sí han repetido a lo largo de la vida aquello de que los hombres "son atractivos a cualquier edad". O mejor: el sistema ha difundido la idea de que los caballeros pueden aspirar casi en cualquier estadio a conseguir una novia, una amante o una esposa joven.En la historia, los hombres han dispuesto de numerosos medios para conquistar a las mujeres. Han podido echar mano de la riqueza, la fama, la posición, el prestigio, la fuerza, la inteligencia, el poder, el humor. Frente a esto, las mujeres sólo han contado como mejor arma con la belleza, y ni siquiera la nueva sociedad contemporánea ha contribuido mucho a eliminar esta limitación. Anteayer mismo moría en Italia una actriz de 25 años que, en la exasperación por seguir los preceptos estéticos, caía víctima de la anorexia. Un 6% de las muertes de jóvenes en España es también por esta causa, que ha crecido a lo largo de los últimos veinte años, cuando podía pensarse que la igualación de los sexos aliviaría de ciertas servidumbres para gustar.

No las ha aliviado, sino que ha sucedido al revés, y la mitología de la juventud ha empujado a un sinfín de recursos en cremas, medicinas, dietas y cirugías para presentarse joven. ¿Hasta cuándo este temor de envejecer pasa de ser una amenaza para convertirse en realidad? ¿Hasta cuándo las mujeres pueden pensar que ya no resultan atractivas? No hay modelos publictarias mayores de 50 años, apenas hay locutoras de televisión mayores de cincuenta años, no hay moda para los cincuenta años. Si más de la mitad de los presentadores de televisión han cumplido los cuarenta años, las presentadoras no pasan del 5%. ¿Debe aceptar una mujer que su capacidad de despertar deseo sexual tiende a cero cuando se acerca o traspasa los cincuenta? ¿Debe además aceptarlo mientras el hombre no?

Probablemente, entre los nuevos horizontes de la mujer no sea éste, tan vital, de los menos importantes. El prestigio, la fama, el dinero, el éxito profesional, el poder, han sido factores principales en la ponderación de un hombre. ¿Puede pensarse que nunca lo serán para las mujeres? Hasta ahora, una acompañante mejoraba la estampa de un hombre siendo ante todo hermosa, y lo perfeccionaba, más tarde, si era elegante, inteligente, capaz. Pero ¿qué decir cuando las situaciones profesionales tienden a equipararse?

Hasta hace poco, cuando pensar en una mujer ministra, juez, empresaria o catedrática era una quimera, los hombres tendían a rechazar la idea de emparejarse con un ejemplar tan raro. Ahora, sin embargo, no es tan extraño, y progresivamente ha tendido a ser normal. ¿Cabe todavía afirmar que una mujer con poder no es más atractiva que sin él? ¿Cabe suponer que una profesional culta e inteligente no ofrece un atractivo erótico adicional?

No es seguro que todos los hombres suscriban aún esta alternativa. Pero ¿quién puede negar que sobre las ofertas matrimoniales de los periódicos se agregan ya, a los pretendidos atractivos físicos, detalles que enaltecen a las candidatas como seres sociales? Si lo que en el hombre ha prolongado su atracción han sido los encantos que no se referían directamente al cuerpo, ¿por qué no esperar que los nuevos atributos de los que pueden valerse las mujeres las coloquen gradualmente en la misma situación?

El futuro de este cambio no se encuentra, quizá, a la vuelta de la esquina, pero tampoco su llegada va a necesitar mucho más. En nuestra controlada juventud de los años cincuenta apenas encontrábamos chicas con sentido del humor. El sentido del humor requiere poder reírse de uno mismo, y los subordinados no pueden entregarse a ese exquisito ejercicio de libertad. Ahora, sin embargo, el humor femenino nos enloquece, nos rodea y nos seduce. Señal de que su posición les autoriza para ir coleccionando recursos y encantos que saltan las barreras de la madurez.

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