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El desafío orangista de Portadown pierde ímpetu tras 11 días de violencia

El proceso de paz en Irlanda del Norte parece haber quedado a salvo tras 11 días de violencia provocada por el empecinamiento de los protestantes orangistas en desfilar por el barrio católico de Portadown. Aunque todavía ayer se registraban choques esporádicos entre los manifestantes y las fuerzas policiales que les impiden avanzar sobre Garvaghy Road, el desafío que hizo tambalear el Acuerdo de Stormont ha perdido ímpetu, apoyo y credibilidad.

Decenas de soldados irrumpieron anoche en las posiciones de los orangistas y se incautaron de varias bombas incendiarias, catapultas y una subametralladora casera con 21 proyectiles que, según la policía, iban a ser utilizados contra ellos.La Iglesia protestante de Irlanda se sumó a la campaña para neutralizar la concentración prohibiendo a los manifestantes que continuaran utilizando los campos del templo de Drumcree. Anoche varias de las entradas a esos prados estaban cerradas con candados. Gran parte de los manifestantes han abandonado el lugar y la policía mantiene estricto control a las vías de acceso.

El número de asistentes ha disminuido a menos de 300. Las divisiones en el seno de la Orden de Orange se han profundizado con nuevos llamamientos a suspender la protesta. Lo que empezó como un movimiento organizado y pacífico ha degenerado en el caos. La visible influencia de agitadores ha transformado la acampada de Drumcree una especie de rebelión de los hooligans.

Por primera vez desde el estallido de la crisis de los desfiles, efectivos del Royal Ulster Constabulary (RUC) penetraron ayer en el campamento protestante y detuvieron a 13 hombres tras otra noche de ataques con cócteles mólotov. La acción de la policía respondió a las nuevas pruebas de que los manifestantes se han hecho con armas de fuego. "Los enfrentamientos son protagonizados por un grupo de hooligans", dijo ayer un portavoz policial.

La creciente impopularidad de la acampada orangista ha quedado en evidencia con la unánime reacción de condena y repudio al asesinato de tres niños, que fueron quemados vivos cuando extremistas protestantes incendiaron su casa en Ballymoney el pasado domingo.

El primer ministro británico, Tony Blair, dijo que la policía, "está actuando en favor del proceso de paz en Irlanda del Norte". "Con un poco de buena voluntad y diálogo hallaremos una solución a este problema", afirmó en una intervención en la Cámara de los Comunes.

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