De aguas y volcanes
La leyenda atribuye a Sierra Elvira, la montaña en la que se asentó la Granada originaria, la existencia de un volcán que para muchos sigue siendo aún hoy la causa de los terremotos y del chorro inmenso de agua caliente que durante siglos ha estado surgiendo de la tierra. Un agua, además, con poderes curativos que ya despertó la pasión de visigodos, romanos y árabes. El volcán nunca fue tal, sino una falla. Pero el agua, con propiedades radiactivas, continúa atrayendo a miles de personas fascinadas de poder bañarse en una piscina caliente, en plena Vega, sin dejar de ver las cumbres de Sierra Nevada. Los Baños de Sierra Elvira, a 13 kilómetros de la capital, entre Atarfe y Pinos Puente, supusieron una conmoción turística en la Granada de los setenta. Se trataba de varias piscinas termales, con una temperatura tropical de 32º grados. Eran memorables las colas de autobuses que llevaban a miles de bañistas para disfrutar de las aguas climatizadas al natural, con efectos relajantes inmediatos y resultados medicinales. El boom ha vuelto, ahora ya en forma de complejo moderno y cuidado. "Aquí está prácticamente toda la historia de Granada", afirma orgulloso Francisco Vaquero, actual propietario de los Baños de Sierra Elvira. "Aquí se fundó Ilíberis, la ciudad original. Debajo de donde están hoy las piscinas, los romanos y los árabes construyeron baños y sudatorios. El manantial fue declarado de utilidad pública en 1840 por Isabel II y creo que es el único complejo de España autorizado por Sanidad que carece de depuradora". El agua de las cuatro piscinas del recinto se renueva diariamente con un millón de litros de agua de un acuífero subterráneo que es calentado por la Falla de Guadix. "El agua, además", subraya Vaquero, "es sanísima y está indicada para un buen número de enfermedades de la piel". En donde hoy se asientan los baños hubo a principios de siglo un balneario que fue borrado de la faz de la tierra con la guerra civil. A finales de los 50, la familia Vaquero se hizo con el negocio y en 1969 se abrieron las piscinas de Sierra Elvira. Hoy cuentan con una capacidad de 800 a 1.000 personas, que llenan el recinto los fines de semana. Uno de los aspectos más curiosos que pueden contemplarse es que la mayoría de los bañistas se ponen gorro para meterse en el agua. Vaquero lo explica: "La temperatura del agua hace que se abran los poros de la piel y que se absorba mucho sol. Aquí uno se pone negro en un día. No es cuestión de que el sol pegue en la cabeza". La intención de los propietarios es abrir otro balneario y construir un hotel. Entretanto, ya hay bar, restaurante y visitas guiadas al acuífero, una gruta kilométrica con agua cálida donde aún se conservan los restos de las viejas galerías árabes y donde la humedad convierte el subsuelo en una verdadera sauna. Tal vez por efecto de un volcán mitológico: el de Sierra Elvira.
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