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Contemporáneos

J. FÉLIX MACHUCAA pesar de que uno de los rasgos diferenciales del arte moderno es alejar al público mayoritario de su ámbito, José Antonio Chacón, director del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, se ha propuesto todo lo contrario: acercarlo a la sociedad para que se conozcan y entablen una satisfactoria relación. Rompe así Chacón uno de los criterios más selectivos y elitistas del arte moderno, empeñado, desde su propia esencia, en mostrarse esquivo con las masas y desdeñoso con el gran público. Desde la Cartuja de Santa María, su director parece que va saliéndose con las suyas y desde su llegada al centro, en febrero de este año, han pasado por sus naves más de treinta mil personas. Mucho me temo que a este paso Chacón no sólo logrará acercar el arte moderno a la sociedad andaluza, sino que hasta es capaz de conseguir que los colegiales adoren antes a Bacon y Picasso que a las Spice Girls. El arte moderno en Andalucía ha sido, desde que las latas de membrillo de Puente Genil dejaron de ser el referente estético de algunas escuelas locales, una lucha imposible contra el mercado (que casi no existía) y el realismo más recalcitrante. Nombres como Paco Molina, Paco Cortijo y demás compañeros mártires de la causa dejaron más lágrimas que sonrisas por abrirle un hueco a las nuevas tendencias artísticas contemporáneas. Casi siempre con un glorioso fracaso en el balance. Para colmo, en los años inmediatos al 92, las galerías más avanzadas llenaron sus paredes con pinturas de jóvenes artistas que, en nombre del éxito, la fama y el dinero rápido, dejaron muy clara una cosa: que eran muy jóvenes, pero no tenían casi nada de artistas. Con esta herencia nada positiva y navegando contra los propios principios definitorios del arte contemporáneo, Chacón ha hecho desfilar por la Cartuja sevillana más de 30.000 personas en cinco meses. No sé si reparte bocadillos a la entrada o pases de favor para un concierto de Luis Miguel. Sea cual fuera la solución que le ha dado a la cuadratura del círculo andaluz del arte contemporáneo, el caso es que su jefa, la consejera de Cultura, tiene fundadas razones para tener uno de los álbumes de fotos de prensa más competitivos del momento. A la altura del de Gregorio Conejo o Lele Álvarez Colunga, el amigo contemporáneo de Rato.

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