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Yeltsin promete a la Duma que no habrá ni golpe ni anticipo electoral

De la amenaza a la seducción. Borís Yeltsin cambió ayer por completo de tono cuando se reunió con los líderes de la Duma, dominada por la oposición comunista y nacionalista, para intentar convencerles de que acepten su paquete de leyes que eviten el colapso económico ruso. "Todos estamos en el mismo equipo", dijo el presidente, para quien sería muy difícil superar la crisis si el Parlamento no respaldase las medidas presentadas por su Gobierno. "No habrá ni golpe, ni cambios constitucionales, ni disolución de la Duma ni elecciones anticipadas", prometió Yeltsin.El respaldo de la Duma al programa de estabilización -que pretende recaudar más, gastar menos y devolver la confianza a los mercados- es la principal de las condiciones impuestas el lunes por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para hacer efectiva la ayuda de emergencia acordada en principio.

La Bolsa experimentó ayer el mayor ascenso del año, cerca del 17%, como respuesta al balón de oxígeno prometido por Occidente. Las ayudas acordadas el lunes suponen que Rusia recibirá préstamos del FMI, el Banco Mundial y Japón por un total de 22.600 millones de dólares (unos 3,4 billones de pesetas) de aquí a finales de 1999, aunque sólo 17.100 millones (12.600 este año y 4.500 el que viene) son nuevos.

La euforia en medios oficiales y en la Bolsa no es compartida en el Parlamento, donde la oposición exige conocer en detalle las condiciones puestas por los acreedores extranjeros. El líder comunista, Guennadi Ziugánov, pretende que los créditos sean controlados por la Cámara, y rechaza cualquier aumento de la deuda pública (que ya superaba los 30 billones de pesetas) que no esté respaldado en los recursos del país. "Los créditos son buenos", afirmó por su parte Vladímir Lukin, del partido liberal Yabloko, "pero, si son como una droga que permite al Gobierno seguir actuando como en los últimos años", serán perjudiciales.

Vigente en agosto

Yeltsin pretende que esta misma semana concluya el proceso de discusión y aprobación del paquete anticrisis, de forma que pueda comenzar a aplicarse en agosto. Los diputados no quieren que les metan prisa y se resisten a aprobar algunas de las leyes presentadas, como las de los impuestos sobre las ventas y sobre los ingresos personales. Si Yeltsin intenta utilizar el palo, por ejemplo mediante decretos-leyes, provocaría otra crisis.Otro conflicto con la Duma es lo último que necesita ahora el líder del Kremlin, acosado por una oleada de protestas sociales en las que se exige su dimisión, sometido a un intento de juicio político en el Parlamento y centro de especulaciones de que no agotará su mandato.

El líder del Kremlin volvió a insinuar ayer que no será candidato a la reelección dentro de dos años. "Querría que Rusia comenzase a trabajar pacíficamente con un nuevo presidente el año 2000", aseguró ayer a los líderes parlamentarios.

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