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Historias de "Conil Island"

Mr. Marshall tiene en Conil 16 años y a diferencia de Villar del Río, el pueblo de la película de Berlanga, no pasa de largo. Se queda a vivir con unos padres temporales que se lo llevan a la playa, a alguna boda si se tercia, le dan hermanos que pueden ser amigos para toda la vida y de paso practica el español. Este programa de intercambio cultural empezó en 1987 en este colofón atlántico de la ruta de los pueblos blancos. "En Conil no hablaba inglés nadie hace 12 años", dice Marta Ramos, que diseña en Nueva York este curso estival para un centenar de estudiantes norteamericanos que se reparten entre Cádiz (37), Barbate (21) y Conil (32). La mejor enseñanza no son los cursos ni las excursiones. Tampoco las prácticas paralelas: flamenco, equitación, buceo, cocina autóctona. "No hay mejor academia que la familia". Los padres de Marta fueron pioneros en esta iniciativa de convertir el hogar en un aula cotidiana. "Tuvimos en casa a Hadley, una chica de Filadelfia". La presencia de Hadley iba a cambiar la vida de Marta, 26 años, nacida en Madrid, hija de padres conileños. Marta Ramos se matriculó en el curso de traductores de la Universidad de Granada. Vivió en Londres, en Colonia y se preparó para la aventura americana. "Mi primer destino fue una familia granjera de Swinsboro, pueblecito de Georgia. Una gente estupenda, muy católica y un poco racista, eso sí. En ese pueblo perfeccioné el inglés y aprendí a ordeñar vacas y conducir tractores". Hadley le permitió devolver la visita en Filadelfia. La aventura terminó, por ahora, en la calle 78 de Manhattan, su actual residencia. Marta trabaja en Nueva York, donde regenta el consulado de Conil Island. "Lo primero que preguntan los padres de los chicos es que si hay agua corriente o electricidad. Hay que convencerlos de que aquí la gente vive en casas, no en chozas". Esta colonia estudiantil ha experimentado una permuta radical de clases sociales. Brian Elliott, de San Luis, Missouri, es hijo de un broker de la Bolsa neoyorquina. El padre de Tim Pokdul, 17 años, de Buffalo, dirige un hospital, y su madre es detective. Los dos han encontrado unos padres veraniegos en la familia Rodríguez. El señor Rodríguez, afincado en Conil, vende teléfonos móviles. La familia Poblador acoge a otros dos estudiantes: Carter Knight, y Brad Davenport, los dos de Boston. Los dos de 16 años. Los dos hijos de abogado. El señor Poblador, su anfitrión, al que le dicen papá, es maestro jubilado, autor de una historia de Conil y de un par de novelas. Los ecos de la bala que mató a John Fitzgerald Kennedy eran pura historia cuando Angela Tristan nació en Dallas hace 17 años. Hace las prácticas en la casa del señor Pérez, taxista local, cuya esposa agasaja a la huésped con especialidades muy distintas de las que se estilan en su familia, propietaria de dos establecimientos de la cadena McDonalds. Vanessa Fajans-Turner, neoyorquina de Ithaca, ha encontrado en Conil un ecosistema humano que incrementa sus ganas de seguir la senda profesional de sus progenitores, ambos antropólogos. El padre de Vanessa realiza investigaciones en el Amazonas; su madre, en Papúa Nueva Guinea. El señor Guerrero, su home teacher, practica otra disciplina: es camarero en un hotel.

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