Derechas e izquierdas
FÉLIX BAYÓN Gabriel Escarrer es el dueño de la mayoría del grupo Sol Meliá, una cadena mundial de hoteles que vale en Bolsa de más de 300.000 millones. En los últimos meses ha publicado dos artículos muy razonados en el diario Sur de Málaga contra el PGOU de Marbella. Por su fortuna, se ha de presumir que Escarrer es un hombre de derechas. Su cuartel general está en las islas Baleares, una comunidad regida por el PP. En las Baleares hay unas normas que restringen la construcción en el litoral que no se atreverían a reivindicar ni los ecologistas andaluces más ilusos. En Andalucía, aparentemente, gobierna la izquierda. Aquí, si no hay un milagro de última hora, la Junta está a punto de exonerar al Ayuntamiento de Marbella de realizar un estudio de impacto medio ambiental que acompañe su plan de urbanismo. Si todo sigue según lo previsto, la Junta dará la espalda a los estudios de la Consejería de Medio Ambiente y se basará en unos informes de la de Obras Públicas, siempre tan complaciente con el Ayuntamiento de Gil que fue incapaz de ver ni una sola infracción en su término municipal hasta que colectivos ciudadanos y ecologistas se arremangaron el pasado verano, comenzaron a actuar de somatenes urbanísticos y detectaron más de medio centenar de construcciones ilegales sobre zonas verdes y zonas de equipamientos. El escaso tino del Gobierno de Chaves con los asuntos del medio ambiente resulta ya conocido. Las razones por las que deba de preferir las tesis de la Consejería de Obras Públicas a las de Medio Ambiente son, de momento, un misterio. Sólo puede esgrimir criterios técnicos que son igual de poderosos en un caso y en el otro. Lo cierto es que los criterios políticos, que son los definitivos, le hacen ponerse del lado de Gil, en lugar de exigir un estudio que daría garantías adicionales a la ciudadanía. Ya se sabe: cada uno es prisionero de sus amigos y la Junta parece tener más amigos en el entorno de Gil -que ha sido recibido en el Parlamento por el omnipotente Gaspar Zarrías- que de Escarrer, que, acostumbrados como están a tratar con empresarios de apariencia patibularia, como el alcalde de Marbella y sus muchos socios, ha de parecerle a nuestros dirigentes un rico diletante. A los ecologistas y movimientos vecinales, simplemente, ni agua. Nadie quiere recibirlos. Quizá porque son unos rojos. El socialismo, como idea de progreso, no sólo se basa en el igualitarismo, sino también en la racionalidad. Así, hoy parece más progresista un empresario como Escarrer que un político como Chaves, cuyo Gobierno es capaz de justificar, por el simple hecho de ser aparentemente legal, el reciente escándalo destapado por este periódico, que ha denunciado cómo se destinan fondos de la UE para mantener alcornocales que han de servir de lujosos jardines a mansiones que valen varios cientos de millones. Mientras, eso sí, Medio Ambiente advertía hace un mes de los peligros que corren nuestros montes porque el Estado no ha transferido suficiente dinero. Es increíble lo demagógica que suele ponerse la realidad. La moraleja que no hay que fiarse de las etiquetas. Es toda una metáfora que a estas alturas del milenio lo máximo que el PSOE andaluz pueda ofrecer a la sociedad sean laxantes gratis.
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