La ordenanza del Rastro ignora la venta ilegal de pájaros
Las negociaciones entre los representantes de la Asociación Independiente de Vendedores del Rastro (AIVR), la más representativa en el mercado dominical, y la concejal del distrito Centro, Maria Antonia Suárez, para consensuar un borrador de ordenanza reguladora de la actividad del popular mercadillo, concluyeron ayer con acuerdo general entre ambas partes y un olvido voluntario sobre el negocio de la venta de pájaros.Las desavenencias más importantes entre ambas partes se centraban en las sanciones aplicables ante las infracciones previstas en la nueva ordenanza, asunto en el que ha habido acuerdo, y en el trato dado a los vendedores de pájaros, aspecto que todas las partes prefirieron obviar porque la venta ambulante de animales vivos está prohibida por una ley autonómica de 1990. Nadie quiso entrar a regular este asunto.
El borrador de la ordenanza debe ser revisado ahora por las áreas de Comercio y Coordinación antes de ser debatido y aprobado en pleno.
El acuerdo establece una rebaja en las sanciones y concreta las situaciones en las que la concejalía puede retirar la licencia para vender en el Rastro, que en la propuesta municipal se referían a un ambiguo "interés general". También se ha decidido el traslado a puestos actualmente vacíos en Centro de los que hoy existen en la calle de Gasómetro (Arganzuela). Los vendedores del Rastro se movilizaron a partir de 1995 para conseguir una regulación propia de su mercado, distinta a la que determina la Ley autonómica, ya que la mayoría de los comerciantes no son profesionales y se niegan a pagar los mismos impuestos que el resto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.