Sorprendida
Acudo con cierta frecuencia a museos y exposiciones de arte y conozco las medidas de seguridad que en cada caso se toman a la hora de permitir la entrada a los visitantes. Y nunca dejan de sorprenderme las empleadas por Telefónica en su sala de exposiciones de Madrid (Fuencarral, 3) desde hace un tiempo.No sólo te obligan a pasar por un detector a ti en persona, sino que se debe abrir el bolso (todas las señoras, ¿deberán los señores volver el forro de sus bolsillos?) y enseñar su contenido a un guardia de seguridad. Las primeras veces sentí cierta indignación, ganas de darme vuelta, vergüenza por dejar conocer las interioridades de mi bolso. Me preguntaba qué efectividad (incluso sólo en términos de eficacia) podría ofrecer esta medida.
En mi última visita ya no he sentido nada. ¿Será que mi carácter va suavizándose? ¿No será quizá que puedo acostumbrarme a someterme a lo que sea? Ese deslizamiento hacia la aceptación de cualquier tipo de control me intriga. Me recuerda otros tiempos ya vividos o leídos en los libros de historia.-
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