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Casa nueva, vida nueva

Después de ocho años luchando por una vivienda digna, los vecinos del Corralón de La Muñeca han ganado su primera batalla: el Ayuntamiento de Málaga aprobó ayer la expropiación del edificio, tan ruinoso que apenas merece ese nombre. El corralón será rehabilitado y transformado en un centro de teatro alternativo. Y las 21 familias que lo ocupan quedarán realojadas en su propio barrio tan pronto como sea posible. Es el principio del fin de una larga historia, llena de miserias e incomodidades. Javier García Núñez, concejal de IU, y antes dirigente vecinal del barrio de El Bulto, explica que el propietario del inmueble no cumplía con su deber de conservarlo en buen estado, de manera que el Corralón, construido a finales del siglo XIX, sufrió un deterioro irrecuperable a lo largo de la última década. Y lo mismo sucedió con las condiciones de vida de sus habitantes, que aunque han ido remendando sus casas lo mejor que han podido, no han logrado tapar los boquetes del techo, ni sustituir las vigas medio podridas, ni erradicar las ratas, cucarachas y pulgas que campan a su gusto por el patio. La vida en La Muñeca no es un camino de rosas. Pero a partir de ahora todo va a cambiar. Según Javier García, los vecinos pueden recibir las viviendas sociales que les corresponden poco después del verano. ¿Qué significará la mudanza para los vecinos? "Imagínate... me podré duchar sin pasar el susto de que se me hunda la bañera", dice Mariló, una estudiante de Puericultura de 20 años, que nació en el corralón. "A mí no se me meterán más palomas en la alcoba, y dejaré de ir a comer al albergue, porque tendré cocina y guisaré yo", calcula Ángeles, una mujer que debe andar por la cincuentena. "Vaya, que se acabó el lavar a los niños como los gatos, en un barreño", concluye Mari Carmen, que cría a sus tres hijos en 20 metros cuadrados. El Corralón de La Muñeca es el último de su clase en el barrio de El Bulto, aunque quedan unos 20 más en toda Málaga, situados en Capuchinos y en los alrededores de la calle Carreterías. Para Javier García, este edificio tiene una significación especial que justifica que sea salvado del derribo, destino del resto de los que se desalojaron anteriormente. IU propuso reconvertirlo en una sala de teatro, un "Corral de la Comedia" de uso popular, y su sugerencia fue aceptada. Es probable que las obras de rehabilitación sean drásticas, pero el respeto a la fachada está garantizado, y la distribución interior del nuevo teatro será parecida a la actual, en torno al patio. El patio tiene el suelo de cemento lleno de socavones: los más grandes se tapan precariamente con trozos de madera, lo mismo que el pozo negro, que suele rebosarse cuando llueve y es un verdadero foco infeccioso. Hasta ayer, los inquilinos pagaban algo más de mil pesetas al mes por disfrutar de este patio y de un cubículo mínimo, oscuro, húmedo, con el techo agujereado, siempre a punto de venirse abajo. "Si esto no se cae es porque Dios no quiere", afirma Juan, que tiene 66 años y un ojo azul (el otro lo perdió en un accidente, hace mucho). Señala la montaña de escombros y basura que se amontona junto a su casa, y que le da un olor difícil de soportar, y añade: "ahí me gustaría ver a los políticos que nos dejan pasar años de esta manera, ahí mismo".

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