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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Argelia, atormentada

ARGELIA CAMINA hacia atrás, abandonada a su suerte. Si falta hiciera, el reciente asesinato de Lunes Matub, el popular cantante bereber, ha puesto de relieve la complejidad de una situación dominada por las pistolas o los cuchillos. Los ejecutores de Matub en un falso control de carretera pueden haber sido disidentes del GIA (Grupo Islámico Armado). El caso es que el cantante de 42 años era un luchador en defensa de la lengua bereber y los derechos de su pueblo, que se oponía tanto al Gobierno, que le había vetado el acceso a la radio y televisión, como a los terroristas islámicos que, como recordaba en una de sus canciones, "degüellan en nombre de Dios". Su muerte ha venido a recordar que, en medio de esta violencia, los bereberes, que representan entre un 20% y un 30% de la población en Argelia, son un factor que deberá recibir una respuesta adecuada para la estabilidad territorial de un país que podría llegar a desintegrarse.Sin embargo, la respuesta del poder parece ir en dirección contraria. El decreto de arabización que entró en vigor ayer en medio de una gran tensión echa leña a un fuego que ya arde con fuerza, pues obliga a usar la lengua árabe en todos los medios de comunicación públicos y documentos oficiales, en los juicios y documentos jurídicos y en la educación.

Sin duda, su aplicación, con su clara componente antibereber y también anticolonial, contra el francés, va a provocar nuevos problemas y no solucionará ninguno de los existentes. En Argel, un masivo despliegue policial impidió ayer una marcha de protesta de uno de los principales partidos opositores, el Frente de Fuerzas Socialistas. En la Kabilia y en su principal ciudad, Tizi-Uzu, donde ha cristalizado la oposición más violenta, la ira bereber se manifestó en forma de paralización total, de "ciudades muertas". Para los bereberes, habitantes autóctonos de África del norte, la nueva ley es una "máquina de guerra" contra su lengua.

La muerte de Matub ha provocado disturbios y una cólera que ha llegado hasta la comunidad bereber en Francia, pero las autoridades argelinas han reaccionado con más represión, provocando varios muertos. Una vez más, en esta Argelia entrada "en la era del tormento", como cantaba Matub, la violencia se suma a la violencia, en una guerra civil en varios frentes y dimensiones que ya se ha cobrado, según cálculos occidentales, unos 65.000 muertos desde sus primeros albores hace siete años.

A pocos kilómetros de nuestras costas, Argelia sigue siendo un país cerrado a la información internacional y castigado por una violencia de la que se desconoce qué parte corresponde al terrorismo islámico y cuál a la supuesta guerra sucia fomentada desde el poder. Probablemente, la presión internacional ha llevado finalmente a que el Gobierno de Argel se aviniera a aceptar una misión de Naciones Unidas a partir del 22 de julio, encabezada por el ex presidente portugués Mario Soares. Pero será una embajada tan sólo para obtener "información", nada de "investigación". Habrá que ver qué libertad tiene para moverse y recabar hechos contrastados. No es una misión fácil, pues Argel pretende limitar sus contactos al "marco legal", lo que en principio excluiría al FIS (Frente Islámico de Salvación) y, desde luego, posibles encuentros con los grupos violentos o sus representantes. Pero, al menos, se puede entreabrir una rendija a través de la cual mirar dentro de Argelia. Porque lo que es hacer, desde fuera, parece por el momento absolutamente vedado.

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