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En versión no original

- "Ha habido un golpe de micro; otra vez y pinchamos...". 11.30 de la mañana. La actriz Marina Viñals atiende las indicaciones de la directora de doblaje, Magdalena Casanova, en la sala de un estudio de sonido de Valencia. La convocatoria ha comenzado a las ocho en punto, y aunque la voz de un actor no está en idénticas condiciones a lo largo del día, el espectador no debe notar nada. -"Ese Calla d"una volta!, debe quedar algo más corto y mucho más rabioso", apunta Casanova, mientras el técnico de sonido deja de fondo la voz susurrante de Leonard Cohen, interpretando uno de los temas de la banda sonora: "..waiting for a miracle to come...".; pero no se trata de esperar milagros, sino de mantener la mayor fidelidad posible a la versión original, y eso exige múltiples repeticiones. El doblaje es un trabajo en equipo, y del empeño que ponga cada eslabón de la cadena dependerá el resultado final. En esta ocasión la meta es doblar al valenciano la película Asesinos Natos, de Oliver Stone. Nascuts per a matar será la traducción final y Canal 9-Televisió Valenciana su destino inmediato. "Toda traducción tiene algo de traición y siempre hay un porcentaje de pérdida", explica la traductora Carmen Castillo, cuyo principal enemigo es el tiempo. Desde que recibe el guión original hasta que entrega la traducción nunca transcurren más de tres o cuatro días, en los que evitará manipular el sentido de las frases y restar información al espectador, pese a que en valenciano las frases son más largas que en inglés y en una película como ésta se puede suprimir algún taco si con ello se consigue que todo el texto encaje en la boca del actor. Los ajustes finales los realizará el adaptador (en este caso, Àngels Martí), quien ajustará al máximo el texto, de forma que el actor no hable cuando en pantalla aparezca una boca cerrada. Cuando la televisión adjudica una película a un estudio de doblaje, el jefe de producción es el primero en actuar. Una vez vista la cinta, decide quién la va a dirigir y plantea las convocatorias, en función del número de actores. "Este es un trabajo similar al del ayudante de dirección de cine. Se trata de optar por la combinación económicamente más rentable, sin romper un esquema lógico", comenta Desiré Villalba, que cifra en tres semanas la duración media de un doblaje. Una de sus preocupaciones es que en Valencia faltan voces (situación que se agrava si la película la protagonizan personas mayores), aunque los actores se quejan de falta de trabajo. No es el caso de Enric Puig (la voz de Woody Harrelson), quien además de trabajar, disfruta con lo que hace. "El mayor problema es pillarle la intención al personaje que vas a doblar, que ya ha sido creado", dice. Obviamente se confiesa espectador de películas dobladas, pues leer los subtítulos le impide centrarse en la interpretación. Tanto Puig como Eduard Borja (Tommy Lee Jones), Marina Viñals (Juliette Lewis) o muchos de los actores que intervienen en el filme, comenzaron a doblar con el nacimiento de Canal 9-TVV y tienen asumida desde entonces la lista de palabras que no conviene emplear. "Somos realmente anóni-mos", comenta Borja, que confiesa que ni su madre le reconoce en las películas en las que interviene, porque rara vez aparecen en los títulos de crédito los nombres de los actores de doblaje. Recientemente prestó su voz a Alan Alda en Misterioso Asesinato en Manhattan, de Woody Allen y comenta lo difícil que resulta doblar una escena en la que aparecen muchas personas hablando a la vez: "Verdaderamente el doblaje es un arte", concluye. Magdalena Casanova señala por su parte que a la hora del casting apenas hace falta probar a los actores, que se suelen escoger por el tipo de voz y por su aptitud para dar a cada personaje unos matices. "Las escenas más difíciles son las cotidianas", comenta (entretanto le pide al actor que adopte un tono "más chulito, más cowboy" para la próxima secuencia). Mientras se prepara para doblar ella misma a Cher en Hechizo de Luna, cuenta también que en Valencia se ha doblado tradicionalmente al valenciano, pues Tele Madrid tenía el cupo de castellano, pero el resto de cadenas de la FORTA (la Federación de Organismos de Radiotelevisión Autonómica) reclamó también su parte y ahora se dobla indistintamente a las dos lenguas. Son muchos los truquillos que emplean los actores para resolver las escenas complicadas, pero el espectador apenas los aprecia. Ahí está la gracia...

El referente catalán

"Barcelona es el referente; llevan muchos años doblando y hacen unos ajustes milimétricos. En TV-3 tienen un estándar lingüístico y un libro de estilo. Aquí seguimos autocensurándonos para evitar palabras prohibidas", apunta el actor Eduard Borja. Otra de las voces que aparece en la versión valenciana de Asesinos Natos, Enric Puig, considera que a los actores de doblaje catalanes les acaba de caer un regalo del cielo: el borrador de decreto de la Generalitat de Catalunya que obliga a doblar al catalán las películas taquilleras. "Ya me gustaría a mí que aquí pasara lo mismo", señala Marina Viñals, aunque Borja, pesimista, matiza que "aquí sería impensable, ya que ni el PSPV, ni por supuesto el PP, entran en esa dinámica de doblar películas para la pantalla grande". Respecto de las críticas de los cineastas españoles al proyecto catalán -Pedro Almodóvar, Vicente Aranda e Imanol Uribe lo tildan de "disparate"-, los actores valencianos responden de inmediato: "Decir que el doblaje es un legado de Franco es una barbaridad como una casa", apunta Puig, mientras Magdalena Casanova, actriz y directora de doblaje, se pregunta si Almodóvar no quiere ver sus películas dobladas al inglés en EE UU. "Salvando las distancias", añade, "también la traducción de un libro tiene algo de manipulación, pero es la única forma de leer a Shakespeare si uno no sabe inglés". Cualquier debate sobre el doblaje provoca encendidas protestas de los defensores acérrimos de la versión original, pero no faltan argumentos en favor de esta pequeña traición: "Prefiero sacrificar la voz a la imagen", comenta Viñals, mientras Casanova añade que "también los subtítulos hacen ruido". Borja retoma el debate sobre el decreto catalán: "Es un problema de intereses creados; si va menos gente al cine, es a los distribuidores a los que más les duele... Quizá obligar no sea lo mejor".

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