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Una noche ácida

-"¡A, ah, ah, aaah!" Un bramido masivo lo jaleó. -"¡Uooh, uooh, uooh!" El gemido provenía de los surcos de French Kiss, un disco de Lil Louis que hace años se convirtió en un himno en las pistas de Ibiza, y el rugido era producido por una masa saltimbanqui de devotos del baile entrando en trance, empujados por el disc jockey. Puro espíritu Ibiza, pero en Valencia, en la terraza de grandes dimensiones de Caballito de Mar, dentro del Balneario de Las Arenas. La productora local de fiestas Art per un Nou Milleni (ANM) preparó la larga madrugada del viernes al sábado 4 una inmensa celebración -alrededor de 4.000 asistentes, según la organización- en homenaje a la música ácid-house, que explosionó hace una década y que, icónicamente, se identificó con un simbolito cargante, redondo, amarillo y sonriente de "Mr. Smiley". El ácid-house es el lisérgico sonido resultante de la aplicación de los ritmos espasmódicos del secuenciador TB 303 a las melodías house de Chicago. Fue propulsado por pinchadiscos ingleses a través de las discotecas de Ibiza -el laboratorio de pruebas continental en música de baile- y sirvió como plataforma de las fiestas rave, así como de aquello que hoy conocemos como tecno. La peculiaridad hedonista de las noches ibicencas provocó que el ácid se asociara a la desinhibición sexual, un neohippismo epidérmico y el consumo despreocupado de éxtasis. Fue el verano del 88, aquel "verano del amor". Pero, después de la resaca social, aquella juerga terminó, y el ácid house acabó fagocitado por su degenerativa popularidad. "Hoy queda aquello que fue: un poderoso revulsivo sonoro que ha influido en diversas tendencias actuales", comenta en el décimo aniversario, Blanco Añó, uno de los responsables de ANM. La conmemoración dedicada a Ibiza cierra un largo proyecto que ANM ha desarrollado en distintas salas de la Valencia. Durante ocho meses, la productora ha orquestado fiestas monográficas sobre las ciudades internacionales clave para el desarrollo de la música electrónica y sobre el sonido que han generado. Ejemplos: Chicago-house, Londres-Drum"n"bass, París-French house, etcétera. "Ha sido algo muy arriesgado, porque se trataba de sesiones de discoteca con un contenido didáctico, además del lúdico. Por suerte, la gente ha respondido con una predisposición inesperada", dice Añó. ANM decidió el viernes despedirse del tour a lo grande, ayudada por patrocinadores como Pioneer y con el soporte, entre otros, de la Cadena 40. Y dividió Caballito de Mar en áreas para dotar a la congregación de carácter interdisciplinario. En la pista, Aubrey, disc-jockey y productor británico especialista en el house más despiadado, que convirtió al grueso del público del local en bailarines epilépticos. A su lado, los valencianos Cristian y Nacho Marco. Bajo ellos, toda una serie de puestos de mercadillo de tiendas de ropa como Love o La calle 42, incluso de tatuajes de "quita y pon" practicados con una especie de barro. En la zona de descanso o chill-out, envuelta de un suave olor a sándalo y a "chocolate", pinchadiscos como Dioni, Sandro o Hal 9.000. En medio, diversos performances y una exposición fotográfica sobre las actividades de ANM. Detrás de Aubrey, palpitaba un psicodélico vídeo de animación de Gonzalo Mora. Y flanqueando la piscina del balneario y a lo lejos, Pistolo Eliza mezclaba música ritual de Australia, Tibet, y Ghana con lo último en ordenadores, buscando expresar para unos pocos el concepto moderno de fusión. Entre los asistentes, de estética muy variopinta, hubo de todo: como Paco, de 28 años, un rockero "con ganas de adaptarse a las tendencias electrónicas" y como Susana, de 20 años, que acude a estas fiestas casi por costumbre y "cansada del modeleo del ambiente". Lo cierto es que diez años son muchos, y los espejismos rara vez se repiten. Sobre todo, los colectivos.

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