Paramilitares protestantes queman 10 iglesias católicas en Irlanda del Norte

El primer ministro británico, Tony Blair, se desplazó ayer a Belfast, en un decidido gesto, para visitar algunas de las 10 iglesias católicas quemadas durante la noche anterior por extremistas protestantes. Desde suelo norirlandés hizo un llamamiento a la calma en estos momentos cruciales por los que atraviesa la provincia. "Los extremistas que han hecho esto no representan a los habitantes de Irlanda del Norte y no deben decidir nuestro futuro", manifestó Blair en un esfuerzo por evitar una cadena de venganzas. Los violentos actuaron de forma coordinada, rociando las iglesias de combustible para prenderlas fuego.

El ataque coordinado de grupos paramilitares contra los templos católicos en diversas localidades del Ulster se produjo apenas horas después de que quedara constituida la nueva Asamblea autonómica de Irlanda del Norte y en vísperas de la marcha del domingo, en la que los radicales unionistas de la Orden de Orange han amenazado con cruzar un barrio católico en Portadown. "No podemos dejar que estos actos de barbarie nos impidan seguir adelante", manifestó Blair poco antes de recorrer los escombros calcinados de la iglesia de Saint James, la de mayor valor histórico de las tres que quedaron prácticamente destruidas. "Esto es increíble. Muchos de mis antepasados están enterrados aquí", comentó una anciana católica ante los restos del templo, de 200 años. Durante su visita a Belfast, el primer ministro británico se entrevistó con el flamante primer ministro de Irlanda del Norte, el protestante moderado David Trimble, y con el católico Seamus Mallon, viceprimer ministro del nuevo órgano ejecutivo, ambos nombrados la víspera. Blair les pidió un esfuerzo para conducir con serenidad a sus respectivas comunidades en estas horas de tensión. Trimble, que hasta hace poco marchaba con la Orden de Orange, fue el primero en condenar el ataque contra las iglesias y en visitar uno de los templos destruidos. La policía sospecha que la acción es obra de la Fuerza de Voluntarios Lealistas, un grupo que había decretado una tregua en mayo, tras la firma del Acuerdo de Stormont.