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FRANCIA 98

¿Qué le pasa a Ronaldo?

Ha engordado seis kilos, se siente agobiado y busca reencontrarse con el gol

Ramon Besa

Michael Laudrup va en busca de Ronaldo. Nantes será el viernes el punto de encuentro entre el ayer y el mañana. El hoy es presa de la nostalgia y también del desespero. "No sé qué decir", confiesa el danés. "Estoy sorprendido y feliz. Ha sido increíble", agrega. "Me recuerda a Querétaro, en México86, pero al revés. Entonces nosotros íbamos para campeones del Mundo, según contaba la gente. Habíamos ganado los tres partidos y de golpe nos vimos fuera", relata, remitiéndose al 5-1 que les endosó España. "A Nigeria le ha pasado lo mismo", acaba. "A la que tienes un mal partido, te echan, así que ahora vamos a ver qué pasa con Brasil; igual nos meten cuatro o, si no les sale la cosa, ganamos". Laudrup paladea su último Mundial. A sus 34 años, aguarda la jubilación con rictus de felicidad. Disfruta como un enano. Ya lo ha hecho todo en el fútbol. Nada que ver con Ronaldo, que a los 21 años parece ser más un esclavo del negocio del fútbol que el que más sabe jugar al fútbol. No consigue ser en la cancha lo que cuenta la publicidad. ¿Qué le pasa? "Hoy no es más importante que Vieri, Batistuta u Owen", coincide un grupo de periodistas que saben de sus vivencias. "Puede serlo, pero debe ganárselo, responder a una etiqueta que se le ha puesto sin haber jugado una Copa del Mundo". "Yo no sé si seré el Pichichi ni el mejor jugador", ha dejado dicho el ariete. "Pero estoy seguro de que Brasil disputará la final".De pronto, el jugador más egoísta del mundo se revela como el más solidario; el único que es capaz de marcar un gol sin otro acompañamiento que el de los rivales, necesita del equipo; y la persona a la que se supone más feliz, tiene sus problemas. Zico ya se lo advirtió: "Aquí no serás uno sino una parte de once". Hay, pues, una explicación a la sequía de Ronaldo. No es en Brasil el punto final del equipo como cuando juega en el Inter ni tiene derecho a manifestar con quién le gusta jugar al lado. Muy distinto a cuando pidió, por ejemplo, la presencia de Iván de la Peña en el Barça.

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Un día, al tercer partido, se le ocurrió decir que no le llegaba el balón porque la salida desde atrás era demasiado lenta y se montó una trifulca. Dunga, Aldair, Leonardo. Muchos le llamaron a capítulo, y Zagalo le instó a moverse, a no quedarse estático frente al área contraria, esperando la pelota. Ya quiso tirarse a uno y otro lado, pero el tráfico le atropelló. Igual venía Roberto Carlos que Rivaldo o Leonardo. Brasil ataca con gente variada y desde frentes distintos. Siempre ha sido así, y Ronaldo lo había asumido, pero para entonces estaba Romario. Y el negro siempre le decía lo que más le convenía, cómo ponerse en el campo y le sabía meter la pelota en carrera como a él le gustaba.

Huérfano de Romario, Ronaldo no pudo ni orinar antes del primer partido. Nunca le había pasado. Normalmente, antes de saltar al césped, se pasaba por los aseos y se relajaba. Aquel día, sin embargo, entendió que en el Mundial "todo sería mucho más difícil de lo que me había imaginado". Tampoco físicamente está fino. Sufre una tendinitis en la rodilla izquierda que ayer le impidió entrenarse. El dietólogo de la selección dice, además, que tiene seis kilos de más. Demasiada pasta, asegura. Y le falta sobre todo concentración. Le descentra que le torturen con su entorno.

¡Qué daría hoy por una tortilla de patatas como aquella que le traía la mujer de Rafa Carrasco a su casa de Sitges! Hoy debe conformarse con una partida de ping-pong; controlar el mercado futbolístico por Internet y escuchar a Caetano Veloso. Nada, sin embargo, le hace más compañía que el gol, y el gol le ha dejado de momento. Desesperado, presa de la ansiedad, harto de la cháchara del fútbol, Ronaldo busca una salida, consciente de que le falta espacio para jugar, para respirar y para golear. "No le atormenten", ha dicho el viejo Zagalo. "Le vi mucho mejor en el segundo tiempo contra Chile". Dice su gente que es el anuncio de que Ronaldo está ya en la sala de embarque listo para despegar. Francia necesita al Ronaldo de carne y hueso.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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