Pájara política
Ciclismo: dícese del deporte que se practica preferentemente en grupo multicolor, fuertemente custodiado por efectivos policiales de uniforme y de paisano, precedido de motoristas que cortan carreteras al tráfico y caminos, y seguidos muy de cerca de una unidad móvil de urgencias médicas y un autobús escoba, bien acondicionado y repleto de refrescos, en el que descansar cuando la hernia se desmelena, los abductores emiten extraños sonidos o, simplemente, cuando la lengua llega al suelo. El léxico de las Cortes Generales es complejo, pero comodísimo, como demostraron ayer los diputados y senadores que iniciaron en Alicante la cuarta edición de las jornadas ciclistas parlamentarias de la Comunidad Valenciana. La prueba deportiva, si convenimos en respetar el nomenclator del acontecimiento, arrancó pasadas las diez de la mañana de la playa de El Postiguet, tras un minuto de silencio en recuerdo de Manuel Zamarreño, el concejal de Rentería asesinado el jueves. Con la primera meta fijada en Benidorm, el tiempo previsto para cubrir los 42 kilómetros de recorrido era de tres horas, aunque pasados tres minutos de la salida, en la cuesta del barrio La Goteta y quizás por la fuerza del sol que a esa hora era implacable en Alicante, algunas de sus señorías ya evidenciaban síntomas de asfixia. Unos kilómetros más al norte, a la altura de la Coveta Fumà (El Campello), el autobús tenía overbooking, los refrescos se agotaban y en el trailer que coronaba la comitiva se amontonaban las bicicletas a la espera de llegar a un tramo llano (o mejor una cuesta con inclinación descendente) para que los parlamentarios volvieran a pedalear con entusiasmo. Ni el socialista Joan Romero cumplió una de sus máximas. "Sólo te puedes bajar de la bicicleta cuando sientes que vas a morir", gusta de comentar el secretario general del PSPV, ciclista aficionado que amenaza con completar sus campañas electorales a golpe de pedal. Los había de casi todos los partidos, y llegaron de puntos tan distantes como Cantabria, Zaragoza, Toledo, Valencia y Castellón. A los diputados se unieron el delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Carlos González Cepeda, y el presidente de la Diputación de Valencia, Manuel Tarancón, que en el mismo punto de salida sufrió una aparatosa caída cuando probaba los pedales. El alcalde de Alicante, Luis Díaz Alperi, comentó resignado que no pudo cumplir su deseo de acompañar a los ciclistas. "No hemos encontrado bicicleta para mí", se lamentó acariciando su oronda barriga. El primer edil, sin embargo, animó a los participantes a bordo de su utilitario. Entre los protagonistas de la jornada, dos mujeres: la diputada cántabra del PP María Visitación Pérez Vega, que se enfundó el maillot dispuesta a cumplir con las cinco etapas programadas, y la también parlamentaria popular Maribel Díez de la Lastra, que, tan sensata como siempre, prefirió el papel de animadora de sus compañeros de hemiciclo. "El ciclismo es un deporte en el que debe haber más seguridad, y apasionante en el sentido de que contribuye al compañerismo y fomenta el trabajo en grupo", comentaba María Visitación Pérez. También pedalearon los senadores Pedro Agramunt y Francisco Utrera, los diputados del PP Ramón Moreno, Gerardo Camps, Juanjo Ortíz, Alejandro Ballesteros (el parlamentario más joven) y José Ramón Calpe, los socialistas Javier Paniagua y Javier Boix y el regionalista de Unión Valenciana José María Chiquillo, entre otros. Durante las sucesivas etapas se incorporarán otras figuras del estrado, como Josep Borrell, que lo hará hoy en la etapa de unas tres horas entre Calpe y Gandia. Esta particular vuelta ciclista finalizará el miércoles en Valencia -la etapa comienza en Puçol-, después de discurrir el lunes entre por Burriana y Oropesa (unas cuatro horas), y el marte entre Benicàssim y Castellón (tres horas y media de pedaleo, según las previsiones). La motivación del evento parlamentario es loable: impulsar el uso seguro de la bicicleta, divulgar el contenido de la ponencia sobre ciclismo y seguridad vial aprobada por unanimidad en el Congreso de los Diputados en diciembre de 1995, y reclamar a los automovilistas prudencia y respeto hacia los que practican este deporte. El pelotón de salida atrajo a muchos curiosos, extrañados del despliegue policial y del grupo de ciclistas que, en su conjunto, representaba físicamente la antítesis del deportista. "Vamos, que esta carrera nos cuesta un pico a los contribuyentes", señaló un espectador tras conocer la identidad de los participantes. Quizás no tanto, dado el patrocinio que los parlamentarios lucían en sus uniformes: Bancaja, Euromed, Iberdrola y Moviline respaldan la prueba.
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