¡Qué guay!
El estadio olímpico de Sevilla se inaugurará con un partido de fútbol España-Francia. A buenas horas. Clemente se fue de Chantilly con el estigma de Roland Garros y España Sánchez Vicario se despidió ganándole 6-1 a Bulgaria. Vencimos a los novios búlgaros, parafraseando la novela de Eduardo Mendicutti, pero nos quedamos sin luna de miel. Como Victor Hughes, el protagonista de El siglo de las luces, Clemente viajó a la fuente de la liberté y se trajo la guillotina, esa máquina de arrancar cabezas que adquirió en un todo a cien. En Francia se está hablando español a pesar de España. Más que un Mundial parece una Copa de Libertadores. Sólo Colombia faltó a la cita bolivariana. Se tomó al pie de la letra el título de una novela del colombiano Santiago Gamboa: Perder es cuestión de método. Clemente, más papista que Alejo Carpentier, no se va y está dispuesto a dar conferencias sobre el discurso del método, cómo perder ganando. Mucho hierro, tío, Javi Metal. Manuel Alvar dice que el español que llegó a América fue el de Sevilla. Manuel Mantero, catedrático en Georgia, matiza que se trata del sevillano que se habla en el casco antiguo. Este Mundial es un efecto boomerang de ese viaje idiomático reciclado en quéchuas y guaraníes. A los conquistadores, como dice un amigo mío, los ha pillado en bragas la primavera. El Instituto Cervantes debería darle un tirón de orejas a los futbolistas españoles, que se han visto colonizados por sus colonias. Ningún analista ha sabido interpretar el abrazo que el rey Juan Carlos le dio a Felipe González. Piensan en el Gal y se olvidan del Gol. Con Calvo Sotelo falló Cardeñosa el gol de su vida contra Brasil. Bajo el mandato de Suárez, empatamos con Honduras. Con Aznar hicimos las maletas cuando empezaba la fiesta. Con Felipe en la Moncloa, goleamos a Dinamarca en México, pasamos en Italia a cuartos con un gol de Górriz a Bélgica, y rozamos la proeza contra Italia en Estados Unidos. Igual que en las Cortes de Cádiz hubo diputados americanos, hoy en Lens, lagarto, lagarto, hay congresistas paraguayos en calzón corto. Mario Benedetti, tan futbolero, le llama a Uruguay el paisito, vocablo extrapolable a Paraguay, qué guay. ¿Y España? ¿Qué hacer, Lenin? Anteayer marcó un gol Beckam el novio de una de las Spice Girls. Habrá que volver a casar futbolistas con María Ostiz y Sonia Bruno.
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