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Arzalluz se queja del "linchamiento" al PNV y dice 'que "no va a parar" en su diálogo con HB

El presidente del PNV, Xabier Arzalluz, bendjjo ayer las conversaciones que su partido mantiene con HB, aunque tuvo que reconocer que con estos contactos el nacionalismo democrático no ha arrancado "nada" del mundo violento. Incluso dijo que cuantos más atentados y "peor" esté la situación, "mayores" son sus" ganas de buscar un resquicio para la solución". Arzalluz reiteró que ve un "linchamiento" contra el nacionalismo y dijo "tomar nota para actuar en consecuencia". También negó que el PNV haya mantenido una "acción concertada de voto con HB".

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Pese al aluvión de críticas llegadas desde el Gobierno, el PP y el PSOE por apostar por el diálogo con HB en plena escalada terrorista, Arzalluz reiteró que el PNV "no va a parar" en sus contactos con HB y seguirá "buscando líneas, atisbos de solución" dialogada a la violencia etarra.

Ni la escalada terrorista contra los ediles del PP, ni una supuesta "campaña de linchamiento de los nacionalistas vascos" en la que, a juicio de Arzalluz, participan de manera "concertada" el PP, PSOE y ciertos comentaristas y medios de comunicación va a hacer descarrilar al PNV de la vía de diálogo que mantiene con HB. Minutos después de que la dirección del PNV guardara cinco minuto de silencio en el exterior de Sabin Etxea (sede del PNV) por Manuel Zamarreño, la cúpula del partido —su presidente, el portavoz de la dirección, Joseba Egibar, y el portavoz en el Congreso, Iñaki Anasgasti— ofreció una conferencia de prensa para valorar el último asesinato de ETA y sus conversaciones con HB.

En una intervención en la que compatibilizó el tono victimista con un cabreo manifiesto y hasta ciertas pinceladas de discurso mitinero, el líder del PNV respaldó la apuesta por el diálogo con HB por encima de cualquier consideración y coyuntura, es decir, por encima de los atentados de ETA. Por decirlo de alguna manera, Arzalluz oficializó así en Sabin Etxea el blindaje de las reuniones entre el PNV y HB.

En la primera parte de su intervención, el veterano dirigente condenó "con rotundidad" el atentado de la organización terrorista en Rentería, y dio el pésame a la familia de Zamarreño y a su familia política, el PP, porque le ha tocado "el circuito sangriento de ETA". A su vez, trasladó su solidaridad con el ertzaina Juan María Quintana, miembro de las juventudes de EGI y afiliado al PNV, quien milagrosamente salvó su vida.

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A partir de ahí, Arzalluz comenzó a perder el temple y la mesura. Sobre todo, cuando denunció el "linchamiento masivo" desatado contra el nacionalismo, su partido y su persona por populares, socialistas y por parte "de algunos" medios. En lo que sólo se puede interpretar como una advertencia, el dirigente peneuvista afirmó: "Tomamos nota y actuaremos en consecuencia", al tiempo que calificaba de abierto "chantaje" y de estar "violando" su "libertad" las críticas a su estrategia de diálogo. Utilizó la figura del seleccionador nacional, Javier Clemente, para darse un respiro y dijo que en esas críticas "se está aprovechando" hasta su reconocida amistad con Clemente para transmitir a la opinión pública que "el PNV tiene algo que ver con esa sangre".

Arzalluz sacó a colación de nuevo una conversación mantenida con José María Aznar cuando éste estaba ya al frente del Gobierno. Arzalluz le dijo al presidente que había que explorar otros caminos de pacificación más allá del inmovilismo y la solución policial. Aznar le respondió: "Tú me pides que me eche a la piscina sin darme la seguridad de que hay agua en su interior", en alusión a la disponibilidad de HB, pero sobre todo de ETA, para iniciar un proceso de diálogo sincero para dar carpetazo al llamado conflicto vasco. Arzalluz le replicó entonces que él tampoco podía poner su mano en el fuego, pero que tenía claro que no podía esperar a que el inmovilismo del Gobierno del PP surtiera efecto. Y le avisó que su partido iba a "echar la sonda" en ese mundo, que —a su juicio— no es tan monolítico como parece.

Y dicho y hecho. El PNV aprobó un documento sobre pacificación en febrero de 1997 en el que se apoyaba abiertamente una solución dialogada directamente con ETA sin necesidad de treguas y condicionantes previos.

Ayer, uno de los exponentes más claros de la oposición ordenada dentro del partido, el consejero Juan María Atutxa, terció en la polémica del diálogo con HB. "Ustedes no tienen duda de cuál es mi posicionamiento en cuanto a la valoración y credibilidad que me ofrecen los asesinos, HB y todo ese entorno", sugiriendo así un desmarque de las palabras de Arzalluz. Pero pese a las votaciones coincidentes entre PNV y HB en la ley vasca del deporte, o en la votación del próximo lunes sobre el reglamento del Parlamento, Arzalluz negó ayer cualquier "acción concertada" de voto con la coalición independentista.

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