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Tribuna
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Una derrota con daños irreparables

Ramon Besa

"Le he dicho al Rey que si hubiera venido antes, no nos habrían eliminado". Aguilera era de los que estaban convencidos de que el único mal del equipo era que estaba gafado. La derrota ante Nigeria causó daños irreparables. El más afectado fue Javier Clemente. Más que un debate sobre el juego del equipo, el Mundial ha sido un cuestionario sobre la actitud del seleccionador.Ayer no era un día cualquiera. Podía ser el último o el primero de una serie. Y, ofuscado, se la jugó. Clemente dejó otra vez su sello: relegaba a Raúl al banquillo. Y se sumó al sentido común alineando a Morientes. La jugada le salió. Y recuperó una vieja sensación: más que la selección, éste es el grupo de Clemente. "No hay imprescindibles", replicó un jugador cuando se le requirió por la ausencia de Raúl, al que el propio seleccionador intentaba dar explicaciones antes del encuentro. Parecía buscar Clemente una medida de choque.

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No tenía Clemente técnicos auxiliares con quien consultar. Ni le apetecía charlar con periodistas, a los que culpa de la tensión generada. La crítica sirvió de argumento a los jugadores para huir de la prensa. Tampoco tenía respuesta al agarrotamiento que se apreciaba en algunos de ellos. "No es una cuestión física sino psicológica", advirtió un miembro del cuerpo médico. "A la que se suelten, andarán rápidos". "Lo que pasa", se escuchó en el vestuario, "es que aquí hay un gafe".

Por la actitud de jugadores, directivos, aficionados y periodistas y por decisión propia, Clemente se encontraba ayer solo frente al mundo. "Siente como si tuviera que volver a ganarse el crédito ante sus amigos", confesó uno de sus íntimos. Puesto en esta tesitura, optó por volver a los orígenes. Y el grupo le respondió con uno de sus preferidos como bandera: Luis Enrique. No hubo evidencias de una nueva táctica.

"Conocíamos tanto a los búlgaros que no necesitamos vídeos", coincidieron los internacionales. No hubo en los entrenamientos ni un detalle nuevo a ensayar. Sólo les pidió el entrenador movilidad en la segunda línea de ataque. "Había que castigar a la poca trabajada zaga búlgara", explicó un internacional. Y nada mejor para ello que darle campo a Luis Enrique y la titularidad a Morientes. Había consenso en que más que del juego, el partido quedaba a expensas del desarrollo de la jornada: "Era tan importante marcar pronto como no tener problemas defensivos", habían coincidido los jugadores. Y el marcador ayudó hasta que Paraguay metió el segundo. "Fue un mazazo", confesaron en el banquillo. "Con el 1-2 nos vimos eliminados". El silencio del campo fue tan sobrecogedor que no cabía ni siquiera una palabra. Clemente se quedó con la mirada perdida en Nigeria. Ha estado dos partidos intentando convencer a la gente de que no se equivocó.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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