El deporte y el ruido político
El Parlamento de Vitoria acaba de aprobar la Ley del Deporte Vasco. El texto producido, a nada que se analice mínimamente su complejo articulado, es de un indiscutible rigor legislativo y técnico, aunque su contenido ha quedado sepultado por el ruido político organizado alrededor de dos cuestiones: el hecho de que la ley fuese aprobada con los votos de Herri Batasuna, y su carácter independentista porque permite crear en teoría selecciones de Euskadi para participar en competiciones internacionales. Sin embargo, centrarse exclusivamente en la faceta más política y simbólica de la ley supone dejar de lado su verdadero propósito: organizar una actividad de una gran importancia, social y económica, en nuestra comunidad. A la hora de analizar el texto aprobado hay que partir de una base: Euskadi es una potencia deportiva. Esto nadie lo discute, los datos están ahí, el número de licencias, en casi todas las disciplinas, lo atestigua. En algunas de las disciplinas socialmente más prestigiadas, como son el ciclismo, el atletismo, el fútbol o el montañismo, por no alargar demasiado la lista, nuestros deportistas destacan al más alto nivel mundial. Además, este fenómeno del deporte está en auge constante y debía ser pensado y organizado. Era necesario, pues, que el Parlamento vasco le prestara atención para proponer un marco que permitiera reunir las mejores condiciones para su armonioso desarrollo y permitir una mejor distribución de los recursos, sobre la base de la calidad, la transparencia y la solidaridad entre todos, como creo que ha sido la pretensión del Gobierno vasco en esta cuestión. Esta ley, además de definir un marco jurídico amplio y abierto que resulte útil para el desarrollo de la política deportiva en los próximos años, y que se adapte a la reconocida dinámica cambiante del deporte, lo que ha pretendido, sobre todo, es abordar, de forma básica, múltiples aspectos y problemas del fenómeno deportivo en el conjunto de la sociedad. La filosofía sobre la que se inspira, parte de una consideración elemental, que el deporte es una actividad social de interés público que contribuye a la formación y al desarrollo integral de las personas, a la mejora de su calidad de vida, al bienestar individual y social de los ciudadanos. Con este nuevo marco legislativo la comunidad autónoma aprueba una asignatura pendiente al dar un tratamiento global al conjunto de las manifestaciones deportivas, sin limitarse al campo del deporte federado y del deporte de élite. De ahí la importancia que concede esta ley al deporte escolar y al deporte recreativo; de la misma forma que era también hora de que se reconociese el deporte universitario. Quisiera insistir, particularmente, en un aspecto novedoso de esta ley, cuando se propone fomentar las actividades deportivas entre los ciudadanos que padecen minusvalías físicas, sensoriales o mixtas, promoviendo también las condiciones que favorezcan la integración de la mujer en la práctica deportiva a todos los niveles, así como la introducción del deporte en los centros penitenciarios. Por otra parte las federaciones deportivas se configuran como asociaciones privadas a las que, por la imprescindible labor que realizan en el desarrollo del deporte en Euskadi, se les atribuye determinadas funciones públicas de carácter administrativo. Lo que quiere perseguir esta ley es la clasificación y ordenamiento de las funciones públicas más importantes de éstas. La norma permite que la actividad deportiva, competitiva o no, se pueda desarrollar al margen de las estructuras federativas, aunque a éstas se les sigue atribuyendo la potestad, en exclusiva, de ordenar, calificar y autorizar las competiciones oficiales. La cuestión esencial de la debida protección al deportista, ha sido tratada con la introducción en el texto de limitaciones legales a la exigencia por las entidades radicadas en la comunidad autónoma de derechos de formación, retención o cualquier tipo de compensación económica sobre los deportistas menores de edad. Esta prohibición irá acompañada del mandato a los poderes públicos y a las federaciones para que adopten las medidas compensatorias de apoyo a los clubes que realicen una función de formación de deportistas y que se vean privados de ellos, de forma abusiva, por otros clubes. En relación a la asistencia sanitaria, este texto propugna que Osakidetza sea competente para la atención en primera instancia de los deportistas accidentados, algo que hasta ahora se cubría a través de seguros privados. Por lo tanto, al Servicio Vasco de Salud se le otorga la responsabilidad de regular la obligatoriedad de los reconocimientos médicos de aptitud, el control antidopaje y la creación de una cartilla sanitaria individualizada para los deportistas. En el aspecto disciplinario, se va a constituir el Comité Vasco de Justicia Deportiva, que será el órgano de arbitraje que deberá resolver, entre otros muchos, los conflictos derivados de las infracciones a las reglas de juego, la tramitación de licencias, los ascensos y descensos de categorías y los procesos electorales de las federaciones. El deporte escolar es una de las piedras angulares del sistema deportivo que diseña la nueva ley. Por fin -muchos padres lo van a agradecer- la norma opta por una práctica del deporte escolar preferentemente polideportiva y no orientada exclusivamente a la competición. El deporte escolar estará dirigido de manera decisiva a la educación integral de los niños y jóvenes, al desarrollo armónico de su personalidad, a la consecución de unas buenas condiciones físicas y de salud, y a una formación que posibilite la práctica continuada del deporte en edades posteriores. Pero sobre todo, por primera vez, se va a dar cobertura normativa al deporte universitario. Estas cosas son las que contiene esa ley, que apuesta por un deporte estructurado, transparente y solidario, para Euskadi. Es una ley marco dinámica, abierta, el texto es concreto y práctico, refuerza a las federaciones, garantizando su autonomía, consolida las sociedades anónimas del sector, protege al deportista, integra la asistencia sanitaria, armoniza su extensión al ámbito educativo especialmente al universitario. Eso sí, para apreciar sus virtudes no hay que quedarse sólo en el eco del debate político, hay que leérsela, y de paso hacer deporte. Sudar resulta excelente para la vista y además es gratis.
José Luis Gómez Llanos es abogado-economista y consultor.
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