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Tribuna
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La hora de la cordura

Santiago Segurola

En medio del zafarrancho que se ha armado tras el empate con Paraguay, sólo hay un motivo para la esperanza: España ha tocado suelo. Su desfondamiento es de tal calibre que no hay tiempo, fuerzas y deseo para continuar con la enloquecida dinámica que se ha seguido hasta ahora.Es imposible cometer más errores en menos tiempo. La Copa del Mundo no es un torneo de barrio, de ahí la irresponsabilidad del seleccionador y los jugadores, que han desaprovechado un tiempo precioso en combates insensatos frente a enemigos inexistentes. Si algo dañó a la selección frente a Paraguay fue la desatención a este partido crucial. El problema no nació de la alineación, que fue presentable, sino de la falta de enfoque. Ningún equipo necesitaba más que España de un clima de serenidad. Sin embargo, se generó una atmósfera de crispación que encabezó Clemente con el apoyo más o menos tácito de algunos jugadores.

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No es casualidad el fracaso de Raúl, uno de los más beligerantes en el absurdo conflicto generado tras el partido con Nigeria. El peso de Raúl en el partido frente a Paraguay fue nulo. Quizá su problema futbolístico -jugó muy mal- surgió de una perspectiva equivocada: se enredó en la confusa guerra de Clemente y llegó confundido al partido. El caso es que Raúl es la única de las jóvenes estrellas que no ha tenido un papel relevante en el Mundial.

Entre polémicas estériles y malísimos resultados, España ha alcanzado su valor mínimo. Lo saben la prensa y los aficionados, pero Clemente y los jugadores también son conscientes de su delicada situación. Tarde, después de haber perdido demasiado tiempo, la selección española abandonará el victimismo para afrontar la realidad. Ya no hay más espacio para la inmadurez. Los primeros signos son positivos. En esta ocasión se percibe el deseo de preparar el partido frente a Bulgaria con la atención que se merece.

Para Clemente es el momento de actuar con la cordura que se exige en un torneo que genera grandes tensiones; para los jugadores es el momento de reivindicarse, más aún en estos momentos en los que se levantan sospechas sobre su calidad. El talento existe y está contrastado en los mayores frentes futbolísticos, aunque por desgracia sólo se ha observado la peor versión de un excelente grupo de jugadores. Ahí Clemente ha tenido una grave responsabilidad. En estos días, su trabajo será doble: deberá erigirse en un verdadero líder, y no en un factor de distorsión, y tendrá que dar garantías de su capacidad frente a un sector de jugadores que ahora mismo se temen lo contrario. Si lo consigue, España todavía tendrá alguna oportunidad en este Mundial, aunque el margen de maniobra sea mínimo.

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