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Discursos

JULIO SEOANE Los análisis de los discursos políticos es una de las actividades más postmodernas de la psicología política actual, donde la retórica de los líderes se disuelve en frecuencias, códigos, intenciones, programas de computador y psicoanálisis digital. El resultado final no es muy distinto al diagnóstico de la persona experimentada, pero se acepta mejor como técnica que como opinión personal. Y es que los candidatos del PSPV a la presidencia de la Generalitat se lo merecen todo, incluido el análisis de los textos que publican en estas páginas y durante esta semana con motivo de las primarias socialistas. Se lo merecen a pesar de adivinar el pastiche, los múltiples asesores, redactores, críticos y demás voluntarios que convierten en esperpéntico el razonamiento del candidato. A la nueva política de Clementina Ródenas le preocupa principalmente la claridad, que todo sea nítido, claro, preciso, sin contradicciones. Por eso el centro le parece decadente, un lugar de término pero nunca de partida, porque es confuso, impreciso. Lo importante es tener capacidad, porque la persona más capacitada es la que triunfa. Desprecia las frases ingeniosas, la palabrería, porque impide la claridad y el compromiso sincero. Es cierto y evidente, la política actual necesita claridad y sabiduría, pero sin olvidar que vivimos tiempos de fronteras difusas y de realidades negociadas. La lógica de la razón no es igual que la lógica de la imagen; se puede triunfar en una y fracasar en la otra. Antonio Asunción apuesta por algo más sencillo, simplemente ganar a la derecha. Y su estrategia es evidente: luchar por la libertad, tener impulso, fuerza, coraje, rebelarse, no resignarse. Bien parece que toda la constelación política gira alrededor de la voluntad. El estilo es romántico y el desprecio también. Desprecia a los pseudo-ilustrados, a los teóricos, al discurso académico. Ya era hora de que la política abandone el fatalismo y vuelva a intentar la transformación de la realidad. La imagen es atractiva y despierta muchas simpatías, pero tampoco se puede olvidar que la sociedad actual es compleja y que los intelectuales son una de las fuentes principales de construcción social. Ya no es suficiente con ganar, además hay que publicarlo y conseguir divulgarlo, y ahí nos pillan los pseudo-ilustrados. Joan Romero capta muy bien la sensibilidad actual, desde los nuevos valores hasta las nuevas mayorías. Contagia la misma ilusión que un adolescente deslumbrado por la vida. Sabe muy bien que el descontento y la desconfianza son los dos grandes defectos de la política de nuestros tiempos. Por eso quiere que le otorguen confianza, merecer la confianza. Quizá la necesita demasiado, ofreciendo así una imagen insegura. Sorprende el orgullo del origen humilde y el orgullo de ser catedrático, valores de la sociedad industrial, de tiempos difíciles y recursos escasos, que no son característicos de las generaciones postmateriales socializadas en la seguridad y el bienestar, generaciones a las que pretende representar. La claridad, el coraje y la confianza son tres características muy deseables para la futura política valenciana, ya sea desde la presidencia de la Generalitat o desde la oposición. El problema radica en cuál de las tres es más necesaria y en cuál de los tres candidatos está más capacitado para integrar los dos aspectos que queden fuera. Afortunadamente la solución no la tiene el análisis del discurso, la tiene el futuro, que es la única disciplina que todavía merece la pena.

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