En el nombre de la renovación
Una de las principales virtudes de las elecciones primarias que los socialistas estamos celebrando estos días ha sido la oportunidad de revisar la estrategia y los objetivos de la acción política que veníamos desarrollando hasta ahora. Por diversas razones -a veces antagónicas- todos nosotros, precandidatos o simples responsables del llamado aparato, nos hemos visto situados ante un espejo, el de una sociedad extraordinariamente receptiva que observa este debate político, inicialmente interno, con una mezcla de expectación y alguna incredulidad. En cualquier caso, el impacto ha sido de tal fuerza en la opinión pública que nuestro propio reflejo en ese espejo ha provocado un movimiento de hondo calado que, para entendernos, denominaremos proceso de renovación. Cuándo comenzó, hasta donde llegó o llegará y quiénes son sus protagonistas es el otro nivel del análisis, el que verdaderamente subyace en el caso de las primarias en Navarra. Habrá quien, como Luis Daniel Izpizua en estas mismas páginas, entienda que todo este proceso acabará siendo un simple golpe de efecto, en vez de responder a su verdadero fin como "reducción a un punto de partida" o "cambio de actitud", cómo él mismo señalaba. Ahora, como candidato a obtener el apoyo del PNS-PSOE, y antes como secretario general desde el VI Congreso de diciembre pasado, entendía y entiendo que la simplificación que todos hacemos sobre la palabra renovación comprende, entre otros, esos dos objetivos que muchos consideramos imprescindibles: un nuevo proyecto político y una mayor democracia en los órganos del partido. No se entendería, desde la historia más reciente del PSN-PSOE, el esfuerzo político -individual y colectivo- llevado a cabo antes y después de diciembre. Y peor aún, no habrá valido para nada si, llamémosle como le llamemos, el horizonte inmediato del PSN-PSOE no hubiera comprendido desde diciembre esa revisión crítica. Si en el conjunto del Estado las primarias están provocando esa reflexión para el cambio, en Navarra han venido a confirmar la conveniencia de esa renovación, al darle continuidad y consolidarla. Asumida, por tanto, la posible contradicción entre el proceso de renovación y la mera apariencia que algunos dicen apreciar, creo igualmente importante analizar cómo sitúa cada uno el objetivo para enfocar este proceso. El criterio para realizar el análisis sobre la historia es variable en función de donde nos encuentra la historia en cada momento. Ello permite construir un modelo diferente en cada caso, porque el referente, la conclusión que nos anima sobre el futuro, también es distinta. Es por eso que, siendo miembros de un mismo partido, habiendo participado en el mismo proceso histórico llevado a cabo por el PSN-PSOE en diciembre de 1997 y siendo todos nosotros leales al deseo de progreso de nuestra comunidad, seamos hoy tres precandidatos diferentes los que aspiramos a ser elegidos por los afiliados como candidatos a la Presidencia del Gobierno de Navarra. Como señalaba en una pequeña agrupación socialista de la Navarra Media hace unos días, son tantas las cosas que nos unen a los tres candidatos que en un afán de pluralidad hemos encontrado espacio para la diferenciación. Y esa voluntad de mejora, de revisión, es una aportación de estas primarias a la democracia interna del PSN-PSOE, que no puede acabar con o en las primarias. Es desde esa diferente posición histórica, diferente criterio sobre el futuro y, sobre todo, diferente valoración sobre el presente político del PSN-PSOE, desde los que me esfuerzo, ahora ya, por aportar a los socialistas navarros, a Navarra en su conjunto y a esa dimensión mayor llamada ciudadanía las razones con que podemos contar para alcanzar la renovación. ¿Cabe un lenguaje diferente, como indicaba Izpizua? Cabe, en cualquier caso, un nuevo proyecto de mayor independencia, de mayor coherencia política y de mucha mayor capacidad de volver a ilusionar. Acabado el período de los plebiscitos políticos y, al parecer, de los grandes liderazgos, la raíz de la nueva utopía que mueva a los ciudadanos debe radicar en la mayor democracia -al fin- de los partidos, de todos, y en la capacidad para transmitir a la sociedad "con la palabra justa" que esa exigencia ética que se espera, y con la que algunos se ahogan sólo al pronunciar su nombre, es simplemente cierta.
Juan José Lizarbe es secretario general y aspirante a candidato del PSN-PSOE a la Presidencia de Navarra.
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