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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Segunda prueba

EL SISTEMA de primarias, introducido por el PSOE para seleccionar a sus candidatos a los principales cargos públicos de elección popular, se enfrentará el próximo día 27 a su segunda gran prueba. La decisiva. Los militantes del partido tendrán que votar a los candidatos a la presidencia de 13 comunidades autónomas y a las alcaldías de 68 ciudades. El pasado 23 de abril, los militantes de toda España eligieron a José Borrell como candidato a la presidencia del Gobierno, en una votación reñida con Joaquín Almunia. El experimento funcionó razonablemente bien. Estimuló la participación de los militantes en el proceso electoral y dinamizó la posición del PSOE ante la sociedad; se trata ahora de confirmar que el sistema de primarias funciona también ante una selección múltiple o masiva.En política, los milagros están excluidos. Las primarias para elegir candidato a la presidencia revitalizaron la presencia social del PSOE, pero generaron unas contradicciones internas profundas que el partido todavía no ha podido resolver. La principal es la instauración de la figura del candidato a presidente del Gobierno al lado y en el mismo nivel que el secretario general. Las dificultades de este sistema de doble legitimidad -la procedente de los dirigentes del partido y la originada en las bases votantes- quedaron a la intemperie con motivo del pacto de la Federación Madrileña (FSM) con Nueva Izquierda (NI) para nombrar a Cristina Almeida como candidata común para la Comunidad de Madrid. La moraleja es que las primarias no cierran las heridas internas ni corrigen los desequilibrios de poder o la ausencia de liderazgo; en ciertos aspectos magnifican los problemas existentes. Las primarias del día 27 presentan el riesgo no sólo de plantear la división entre los presuntos oficialistas y los grupos que se quieren adherir a Borrell -a los que éste, según Almunia, «quiere quitarse de las solapas» para evitar que su nombre avale una división interna-, sino de aflorar, en el ámbito regional y local, todas las cuentas pendientes y facciones desplazadas por los congresos anteriores. La Comisión Permanente socialista proclamó ayer su exquisita neutralidad en las próximas primarias. Poco más puede hacerse para exorcizar el temor a que un mecanismo de democratización interna sea percibido por la opinión pública como una demostración de riñas de familia y de ajustes históricos. A continuación, el partido debe convertir la declaración en hechos, de forma que todos los aspirantes dispongan de igualdad de medios y esté garantizada la absoluta limpieza de todas las votaciones. El resto lo hará el tiempo y el ejercicio continuado de la elección democrática de candidatos.

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