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Viagra o paella

La verdad es que los valencianos no tenemos perdón de Dios. Y menos que nadie, los valencianos que hemos nacido en los pueblos arroceros de las dos Riberas: La Baixa y La Alta. Porque ahora resulta, según nos ha descubierto ese genio llamado Julio Iglesias, contratado por el presidente Zaplana para pregonar las bondades y excelencias de nuestros productos por todo el mundo, que el arroz tiene unas propiedades energético-afrodisíacas impresionantes. "Como paella tres veces al día y hago el amor tres veces al día", ha declarado el afamado tenor. En Sueca, mi pueblo, siempre hemos dicho que l"arròs fa el ventre gros. Lo que nunca pudimos imaginar es que aquello que "engordaba" el arroz no era solamente el vientre sino, también, otro elemento fundamental de la anatomía masculina. Claro que, para conseguirlo, hay que comer paella ¡¡tres veces al día!! Un poco demasiado, ¿no creen ustedes? Una dieta alimenticia consistente en comer paella a mañana, tarde y noche, puede resultar algo monótono y un tanto cansino. Claro que todo depende de las apetencias y necesidades que tenga el ciudadano ansioso. En cualquier caso, recurrir a la paella siempre resultará más barato que ese reciente invento norteamericano llamado Viagra. Si la ración de Viagra vale, como dicen, a unas 60.000 pesetas, imagínense cuántas raciones individuales de paella se pueden tomar con esa cantidad. Y si los resultados son tan favorables, de tanto fundamento y satisfactorio provecho, como nuestro agente comercial Julio Iglesias ha proclamado a los cuatro vientos, el aumento del consumo de arroz tiene unas posibilidades de futuro impresionantes. Sucede, sin embargo, que la paella es difícil de exportar. ¡Hombre!, ya se sabe que actualmente, con eso de los alimentos congelados, se abren muchas posibilidades. ¿Se podría hacer algo similar con la paella? La verdad es que, la paella enlatada ya existe: calentar y servir. Falta saber si, en estas condiciones, la paella conserva sus poderes "energéticos". No lo sé. Convendría averiguarlo. En todo caso, el feliz hallazgo del que nos ha dado noticia nuestro vendedor ambulante, no convendría echarlo en saco roto. ¿Se imaginan ustedes lo que significa que nuestro plato típico más conocido universalmente, la paella, produzca los mismos efectos que el recientemente descubierto fármaco llamado Viagra? Había hablado el ministro Romay de incluir las pastillas de Viagra en el recetario de la Seguridad Social. El miércoles pasado, en el Congreso de los Diputados, un diputado socialista le reprochó al ministro que se pudiera tomar esa medida, habida cuenta de lo elevado del gasto farmacéutico financiado por la Seguridad Social y el no menos elevado precio del maravilloso fármaco. El ministro quiso tranquilizarle afirmando que el Viagra sólo se recetará "en los casos que marca la legislación". Sucede, sin embargo, que también, según estadísticas, el número de ciudadanos impotentes es elevado. Lo que complica la cosa y el presupuesto. Y es aquí donde el descubrimiento eclesial (quiero decir de don Julio), puede venir en ayuda del presupuesto sanitario. Cuando se presente en la consulta médica un ciudadano afectado de impotencia, cuyo caso se incluya en aquellos "que marca la legislación", el doctor le extenderá una receta oficial, con cargo a la Seguridad Social, en la que se ponga: "Despáchese: un kilo de arroz, un pollo, un paquete de verduras especial para paella y una receta culinaria en que se especifique la forma de cocinarla. Posología: un plato de paella al levantarse, otro al mediodía y otro por la noche". Las recetas serían de obligada aceptación en autoservicios, supermercados y tiendas de alimentación en general. Ya he dicho antes que la cosa no es para echarla en saco roto. Pienso que nuestras autoridades autonómicas, encabezadas por el presidente Zaplana, deberían tomar cartas en el asunto. El arroz es parte importante de nuestra economía agrícola y la promoción de su consumo sólo beneficios puede reportarnos. El Consell que felizmente nos gobierna está formado por dos partidos coaligados: el PP y la UV. Fuera muy conveniente que, de forma conjunta, ambas formaciones políticas presentaran en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley instando al Gobierno a que incluya la paella en el vademécum de la Seguridad Social como producto a recetar en casos de impotencia masculina en sustitución del Viagra. Se conseguiría aumentar el consumo de arroz, beneficiando a nuestros agricultores, y se reducirían sustancialmente los gastos farmacéuticos de la Seguridad Social, dado el elevado precio del fármaco americano. Pienso que los diputados José Ramón Pascual (PP) y José María Chiquillo (UV), que con tanta eficacia defienden la agricultura valenciana en el Parlamento español, deberían presentar conjuntamente, de inmediato, esa proposición no de ley. Lo que uno no alcanza a entender es, cómo no pocos empresarios valencianos han podido alcanzar éxitos internacionales, abriendo mercados para sus productos, antes de la llegada al poder del presidente Zaplana y tuviese la feliz idea de contratar a ese genio del marketing llamado Julio Iglesias. Pienso -y no paro de darle vueltas a la cabeza- cómo los hermanos Lladró, por ejemplo, han logrado extender por todo el mundo sus famosas y acreditadas porcelanas sin la ayuda de un Julio Iglesias que fuese por delante abriendo mercados con sus canciones. No lo entiendo. Sin duda ha debido ser gracias a un milagro. Y es que cada día se encuentra uno con algún misterio inexplicable. La vida, ciertamente, es muy complicada. Y nos ofrece no pocas sorpresas. Que todo sea para bien.

Francesc de P. Burguera es periodista.

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